En noviembre del año pasado el Colegio de Cardiología de Estados Unidos (ACC) publicó una nueva guía para la detección de la hipertensión arterial, siendo la mayor novedad que propone modificar los parámetros de lectura para que ahora una persona con una presión sistólica de 130 mmHg a 139 mmHg y de 80 mmHg a 89 mmHg sea considerada como hipertensa, situación que a la fecha continúa causando controversia entre la comunidad médica internacional.
Al respecto, el caso más reciente de profesionales que se han pronunciado en contra de la propuesta es la Sociedad Catalana de Medicina Familiar y Comunitaria (Camfic), al afirmar que en caso de que la medida sea adoptada se producirá un “sobrediagnóstico de hipertensión” entre los pacientes y como consecuencia, se incrementaría hasta en un 50 por ciento la carga de trabajo de los médicos familiares, por lo que sería un error de grandes dimensiones el aceptar los nuevos parámetros.
Como ejemplo, la Camfic advierte que en caso de que la nueva guía entre en vigor a nivel global, el 80 por ciento de los adultos mayores de 65 años serían automáticamente catalogados como hipertensos.
En ese sentido, lo que proponen diversos médicos es que se continúe con las actuales guías para considerar a una persona con una presión arterial alta y crear nuevas campañas informativas que ayuden a mejorar los hábitos de las personas.
Por su parte, con las medidas actuales, la Secretaría de Salud (SSa) afirma que el 25 por ciento de los adultos mayores de nuestro país son hipertensos, lo que se traduce que en total existen 17.3 millones de mexicanos que sufren de esta enfermedad crónica.
A su vez, la Organización Mundial de la Salud (OMS) dio a conocer que la hipertensión arterial es culpable del 80 por ciento de los fallecimientos derivados de complicaciones de enfermedades no transmisibles en África, por lo que ya es considerada como una epidemia en el continente.