La cardiomiopatía hipertrófica (CMH) es una enfermedad hereditaria que afecta directamente al músculo cardíaco. Debido a varios casos muy publicitados de jóvenes atletas que murieron repentinamente de CMH, se le conoce comúnmente como ‘la enfermedad de los atletas’ aunque puede afectar a cualquiera —hombres, mujeres y niños de todas las edades— cualquiera que sea su nivel de acondicionamiento físico.
La Fundación Española del Corazón dio a conocer en su página web que la CMH afecta a 1 de cada 500 personas, mientras que en Reino Unido anualmente mueren cerca de 600 personas menores de 35 años mueren por problemas cardíacos sin diagnosticar.
Desafortunadamente este padecimiento casi siempre es confundido con la hipertrofía muscular izquierda, la cual genera síntomas muy parecidos, como la dificultad para respirar, fatiga excesiva, dolor en el pecho, mareos y desmayos.
A pesar de lo anterior, en la actualidad existen estudios que permiten determinar si se corre el riesgo de padecerla o ya se padece, esto gracias a radiografias de tórax, electrocardiogramas, angiografía y estudios con radionucleidos.
Gracias a uno de estos estudios Frank Arentz, un adolescente británico pudo salvar su vida tras una casualidad cuando la organización británica sin ánimo de lucro Cardial Risk in The Young visitó su colegio justo el día antes que el joven de 17 años jugara un partido de rugby. Su reciente diagnosticada miocardiopatía hipertrófica lo puso de repente en una situación de riesgo tan seria que su cardiólogo ni siquiera le permitió jugar un último partido de despedida.
O estás bien o te mueres, en esto no hay ningún tipo de aviso”, aseguró la madré de Frank.
Lamentablemente no todos los casos son diagnosticados a tiempo, tal es el caso de la muerte repentina del futbolista británico Daniel Wilkinson, de 24 años, quien en pleno juego colapsó en el campo o la de el futbolista Ben Idrissa Derme, de 34 años, quien falleció víctima de un ataque cardíaco mientras disputaba un partido de Copa de Francia.