La preocupación por entender y elaborar políticas públicas de prevención de la delincuencia ha cobrado gran relevancia en numerosos países del mundo. Una de las variantes más preocupantes del comportamiento delictivo es aquel protagonizado por jóvenes y menores de edad, ya que puede acarrear consecuencias futuras negativas, tanto para ellos como para su entorno.
De acuerdo con cifras de la Secretaría de Seguridad Pública de la Ciudad en México aproximadamente 5 mil adolescentes se encuentran recluidos en los tutelares de menores por delincuencia y otros 16 mil cometieron delitos que no ameritaron juicios ni condenas.
Una nueva investigación publicada en ‘Proceedings of the National Academy of Sciences’ reveló que quizá este tipo de comportamiento rebelde no se deba a la falta de educación por parte de los padres, ni al proceso de maduración. Pues en los análisis previos a la investigación se demostró que la mayoría de los cerebros de los delincuentes exhiben anormalidades. Aunque aún no se demuestra si las anomalías son la causa o solo coinciden con la criminalidad.
La averiguación desarrolló una nueva técnica para comprender los síntomas neuropsiquiátricos basados en lesiones cerebrales focales y un diagrama de cableado del cerebro humano.
Aplicamos con éxito esta técnica a alucinaciones, delirios, movimientos involuntarios y coma, pero quizá su aplicación más interesante hasta la fecha sea a la criminalidad. Nuestros resultados pueden ayudar a comprender cómo la disfunción cerebral puede contribuir al comportamiento delictivo, lo que puede servir como un paso importante hacia la prevención o incluso el tratamiento”, explicó el autor principal, Michael Fox director asociado del Programa de Estimulación Cerebral Profunda en el Centro Médico Beth https://www.saludiario.com/wp-content/uploads/2015/12/8f6d71a5-bigstock-human-brain-and-computer-chip-39563953-1-e1464383720513.jpg Deaconess (BIDMC), en Boston, Estados Unidos.
El interés en un posible vínculo entre las lesiones cerebrales y la criminalidad se volvió alto después de los tiroteos en masa de Texas Tower de 1966 llevados a cabo por Charles Whitman, quien se quejó de dolores de cabeza y cambios de personalidad antes de matar a 16 personas y herir a otras 31. Tiempo después se descubrió que tenía un tumor cerebral, lo que provocó la pregunta de si la lesión cerebral contribuyó a su comportamiento.
Con esta duda en mente, Richard Darby exinvestigador de BIDMC y ahora profesor asistente de Neurología en la Universidad de Vanderbilt y director de la Clínica de Demencia Frontotemporal en Vanderbilt se interesó en las enfermedades neurológicas que podrían resultar en un comportamiento criminal y tras analizar lesiones cerebrales de 17 pacientes que exhibieron comportamiento delictivo tras los daños descubrió que en la parte con daño estaban involucradas la toma de decisiones, lo cual pudo provocar que los pacientes fueran propensos a comportarse de tal manera.