El cáncer de mama es el más común entre las mujeres en todo el mundo, pues representa el 16 por ciento de todos los cánceres femeninos. Según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS) se estima que en 2014 murieron 519 mil mujeres por este padecimiento.
Por esta razón investigadores de todo el mundo se han centrado en encontrar una cura y desarrollar tratamientos para combatirlo.
“Una pérdida modesta de peso podría tener una consecuencias importantes para la salud”, dijo el autor principal del estudio, el Dr. Rowan Chlebowski, profesor de investigación del departamento de investigación en oncología y terapias médicas en City of Hope en Duarte, California.
Desde hace algunos años es bien sabido que sobrepeso y la obesidad están asociados a un riesgo mayor de contraer muchos tipos de cáncer, entre ellos, el de endometrio, el colorrectal, el de la vesícula biliar, de riñón, de páncreas y de tiroides y por supuesto cáncer de mama.
El citado estudio, que se realizó entre 1993 y 1998, incluyó datos de más de 61 mil mujeres postmenopáusicas que tenían una edad comprendida entre los 50 y los 79 años. Ninguna tenía antecedentes de cáncer de mama y todas se hicieron una mamografía con resultados normales al inicio.
El peso de las mujeres se tomó cada de tres años, durante un lapso de más de 11 años. Lamentablemente durante ese tiempo, más de 3 mil mujeres desarrollaron un cáncer de mama invasivo.
Del grupo original, más de 8 mil 100 mujeres perdieron un 5 por ciento o más de su peso corporal. Los investigadores compararon a esas mujeres con más de 41 mil mujeres cuyo exceso peso permaneció estable. A partir de estas cifras los investigadores encontraron que cuando las mujeres perdieron incluso más peso (un 15 por ciento o más de su peso corporal), el riesgo de cáncer de mama se redujo un 37 por ciento.
Ahora los médicos podrán tener otra razón para recomendarle a sus pacientes cuidar la línea.