Las desapariciones de personas casi siempre van aunadas al crimen organizado, tema que desafortunadamente ha aumentado con el paso de los años y que ya no sólo afecta en su mayoría a políticos, sino también a la comunidad médica.
A pesar de las campañas contra la violencia y el abuso, México se ha convertido en un lugar muy peligroso para ejercer la medicina.
En una encuesta Médica Nacional de Riesgo, realizada en el 2015, el Colegio Médico de México detalló que 7 de cada 10 médicos han sido víctimas de alguna agresión física o verbal por el simple hechos de ejercer dicha carrera.
Recientemente se han hecho viral en redes varios casos de este tipo, como la desaparición del Dr. Cuauhtémoc Valenzuela Muro, en Chihuahua quien salió de su casa para trabajar en el Hospital General 22 del IMSS y jamás llegó, el secuestro del médico Gerardo Antonio Olivar y la trágica historia del cirujano Samuel Pérez, quien despareció el 12 de noviembre en el municipio de Temascalcingo, en el Estado de México y fue hallado muerto el jueves 30 de diciembre en Amealco, Querétaro.
Otra táctica de algunos miembros de los cárteles es asaltar hospitales y farmacias con el fin de llevarse todo el material de curación posible y estas ocasiones a veces las aprovechan para secuestrar médicos y enfermeras.
Ante esto la IV Jurisdicción Sanitaria activó un protocolo de protección a médicos pasantes el cual establece que si las unidades de residencia no cumplen con las normas no se les enviarán residentes, esto con el fin de prevenir que los médicos sean víctimas de violencia.