A finales de la década de 1990 el neurocientífico austriaco Gero Miesenböck imaginó la posibilidad de controlar la actividad cerebral y hoy, a más de 20 años de distancia, la optogenética nos acerca a esa realidad, ya que mediante el uso de luz se le pueden enviar señales precisas.
Miesenböck, al lado de los también neurocientíficos Edward Boyden (catedrático del Instituto Tecnológico de Massachusetts) y Karl Deisseroth han impulsado y desarrollado esta técnica que los ha hecho merecedores del reconocimiento Fronteras del Conocimiento de Biomedicina, el cual es otorgado por Fundación BBVA y va acompañado de un premio económico de 400 mil euros.
Miles de grupos de estudio en todo el mundo han empezado a usar la optogenética para investigar funciones diversas, entre ellas sueño, apetito, toma de decisiones y mecanismos de enfermedades como epilepsia, mal de Párkinson y depresión.
Aunque la optogenética es más útil para conocer el funcionamiento del cerebro, también podría servir en el tratamiento de la ceguera reemplazando los fotoreceptores dañados en la retina con proteínas fotosensibles, explicaron los tres neurocientíficos.
Según reporta el diario El País, la optogenética permite actuar exclusivamente sobre neuronas en las que previamente se han introducido proteínas sensibles a la luz, activándolas o desactivándolas en función de ráfagas de luz láser enviadas por los científicos.
Aunque la optogenética fue recibida con escepticismo, en la actualidad ha demostrado que puede ser adaptada según el experimento. Sin embargo, de momento es una investigación básica que sólo se ha probado con animales.