La lectura y el comentario en esta ocasión podrían resultar un recurso útil en las clases de formación valoral-bioética, o en círculos de estudio de formación humana. En el caso del médico ya formado puede funcionar como un complemento a su experiencia y conocimiento.
La Universidad tiene la función, como su nombre lo indica, de ampliar el horizonte del conocimiento, de ser posible a todo el universo, pero también tiene la misión de educar para la vida.
En el mes de septiembre los mexicanos celebramos la proclamación y declaró de nuestra independencia y con ello la formación de la patria, la cual en un sentido amplio se encuentra integrada tanto por bienes de carácter material como espiritual, los cuales generan en el individuo un especial aprecio y estima por su país. Por otra parte, el concepto de nación conlleva un matiz político y jurídico.
La patria no es sólo la historia forjada por nuestros héroes, quienes conglomeraron al pueblo en un mismo territorio, sino también el clima en el que se creció, la propia comida, el idioma, los anhelos, las creencias; en suma, el alma de un pueblo. La patria suscita ante todo el principio de solidaridad que nos puede llevar a compartir y ayudar a los demás. El mismo lenguaje popular juega un papel preponderante en la relación médico-paciente, una herramienta valiosa en la anamnesis ante la presencia de alguna patología que varía de una región a otra.
Así pues, la patria no implica un concepto estático, sino que es dinámico y de ahí que constantemente se hable de “construir patria”. El hacer patria incluye no denigrar a ninguno de los miembros de nuestra sociedad, sean indígenas o conciudadanos con graves carencias económicas y culturales. Ayudaría también el conocimiento del estudio de la historia, no sólo la “oficial” que se imponía, sino autores de diferentes tendencias y nacionalidades, autores como Fuentes Mares, Bravo Ugarte, Villoro Toranzo, Cosío Villegas, Meyer Barth, Leo Schlarman, entre algunos otros. De la cultura general se deriva un comportamiento más humano con nuestros congéneres, lo cual es igualmente aplicable a médicos, a ingenieros, a filósofos, a arquitectos, a políticos, a futbolistas y hasta a policías.
Hacer patria también significa no despreciar el voto bajo el pretexto de “todos los políticos son iguales”. Asimismo la estima a la patria exige no tener indiferencia ante las catástrofes naturales que provocan grandes perdidas y daños entre nuestros compatriotas (Calderón de la Barca en el Gran teatro del mundo nos presenta a la conciencia como apuntadora que ayuda a los actores a desempeñar correctamente su papel, en este caso el médico siempre constituye un papel importante).
El profesor Ruy Pérez Tamayo ha ilustrado al respecto: “no se trata de que los médicos, para cumplir de manera adecuada con sus funciones profesionales, deban ser expertos en literatura clásica y contemporánea, o cultivar el griego y el latín, o recitar a Petrarca y citar de memoria algunos cantos de la Divina Comedia, sino más bien que practiquen el bien, que sean benignos y caritativos, o que en vez de humanistas sean humanitarios”.
De la misma manera incluye no caer en el malinchismo, denigrando sistemáticamente nuestras instituciones, nuestras riquezas naturales, tesoros artísticos y el ingenio agudo del mexicano, extendiendo su profundo afecto más allá de sus propias fronteras desde una óptica no sólo en salud, sino sociológica, psicológica y espiritual.
“No hay peor forma de mutilación espiritual de un médico que la falta de cultura humanística”.
–Ignacio Chávez–
Referencias
Pérez-Valera VM. Ser más humano. Reflexiones sobre Ética y Derecho. Primera Edición. México: Porrúa; 2005: 157-159.
Cosío-Villegas D. El sistema político mexicano. Primera Edición. Institute of Latin American Studies. The University of Texas at Austin. México. Joaquín Mortiz 1972.