Un estudio coordinado por la doctora Loretta DiPietro, médico especialista en el área de Epidemiología de la Escuela de Salud Pública del Instituto Milken (ESPIM) de la Universidad de George Washington, Estados Unidos, reveló que el tiempo que una persona pasa sentada puede triplicar el riesgo de dejar de caminar en el largo plazo. Una condición que afecta el modelo actual de trabajo que privilegia el desempeño profesional desde una silla, al interior de una oficina.
Las 10 horas clave el estilo de vida actual
En este sentido y tomando como base la información depositada en un artículo publicado por la cadena de noticias del portal NPR, la especialista reconoció que mucho de este riesgo tiene que ver con las horas que el paciente pasa sentado en un espacio cíclico y rutinario de trabajo diario.
Si el paciente destina una hora a estar sentado antes y después de la jornada laboral, ya se tiene un par de horas acumuladas de estar sentado. Este dato sumado a las ocho horas que en promedio las personas destinan al trabajo de oficina frente a un escritorio da como resultado un acumulado de 10 horas del día en las que el paciente pasa su vida sentado. Entonces llegas a casa, digamos, a las 6 de la tarde, cenamos y nos estrellamos en el sillón reclinable durante otras tres o cuatro horas. Esa operación, aumenta la carga a 13 y/o 14 horas de sesiones diarias en las que una persona permanece sentada.
En este contexto, el estudio que fue publicado en la edición actual de The Journals of Gerontology: Medical Sciences, permitió identificar que en pacientes de entre 50 y 71 años de edad que habían pasado buena parte de su vida bajo ese supuesto demostraron una perdida considerable para caminar, luego de pasar un rato sentado.
Levántese ahora o no podrá volver a hacerlo
En aquellos que tendían a sentarse más y moverse menos, tenían más de tres veces el riesgo de perder la habilidad para caminar al final del estudio, cuando en comparación con sus contrapartes más activas.
DiPietro encontró que la sesión prolongada y la observación de la televisión eran particularmente dañinas, especialmente cuando se combinaban con bajos niveles de actividad física total. Los cuerpos jóvenes pueden rebotar de una sesión prolongada con una hora en el gimnasio, dice. Pero eso parece menos cierto a finales de la mediana edad.
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