La educación médica (quizás ahora más que nunca) afronta situaciones de diversa índole que conducen a un cambio, el cual atiende al rápido desarrollo de la asistencia médica, avances en la información y la tecnología, los cuales conjuntan el proceso de enseñanza-aprendizaje vinculado a las necesidades sociales, situación que requiere de una práctica reflexiva continua, la cual se encuentra relacionada no sólo con las actividades del profesional de la salud, sino también con la formación misma del médico.
En su primera etapa formativa, el médico, antes de ser considerado un profesional de la salud, se encuentra inmerso en conjunto con diversos actores en los que destacan los profesores, la universidad, las instituciones de salud y la sociedad misma, todos estos factores que desarrollan su autonomía y habilidad para ser metódico, disciplinado, analítico, creativo, curioso, empático y responsable, siendo capaz de emplear sus ojos, oídos y dedos con unos pocos instrumentos auxiliares y así realizar de forma competente aquellas actividades que lo caracterizan como médico.
Paulo Freire, nos ha ilustrado que la educación verdadera es “praxis, reflexión y acción del hombre sobre el mundo para transformarlo”.
La transición en educación nos permite abordar a la medicina en el marco de una comunidad dedicada al aprendizaje, a la enseñanza y a la práctica clínica continua, siendo el alumno el protagonista principal y más aún con vistas hacia el paciente y la sociedad, la reflexión crítica de lo que se está aprendiendo con innovación de soluciones aplicables y no sólo la aplicación rutinaria de fórmulas, algoritmos o reglas, con capacidad de adaptarse al entorno del paciente.
Si bien algunos profesores muestran cierta resistencia a que sus alumnos los superen (y lo más que llegan a lograr son copias imperfectas de los mismos), generando un retroceso social, además el rendir u obtener una calificación alta en un examen no garantiza que los impactos en salud sean suficientes.
Un breve análisis de las tendencias en la práctica educativa comentada ampliamente en la literatura conlleva una mención del aprendizaje participativo basado en la solución de problemas y la toma de decisiones. Se busca adquirir competencias y aptitudes más que contenidos y objetivos, así como vincular la investigación como estrategia educativa valiosa en respuesta a las necesidades de los educandos.
La adquisición de un método personal de aprendizaje vital e integral-flexible en un saber riguroso y avanzado, de acuerdo a las circunstancias en que se está actuando; los educandos no son un simple objeto, “no son una masa amorfa”, tal como señala el Dr. Lifshitz, son individuos, así como no hay enfermedades sino enfermos, no hay clases, ha alumnos y ante este escenario podríamos agregar que modernización educativa no es que el alumno dé la clase con medios sofisticados y que el profesor se deslinde de la misma.
La escuela no es una preparación para la vida, es parte de la vida misma. Recordando a Iván Illich, algunas instituciones ¿no forman hombres masificados? ya sea en el área de la medicina o incluso en Derecho, da la impresión de crear robots, una especie de máquina útil, en vez de intentar formar personas armoniosamente desarrolladas, con el objetivo de lograr una cálida relación médico-paciente y con la comunidad hacia una medicina más humana.