Una mujer de nombre Priscila, de la ciudad de Monterrey, México, fue presa de la utilización de los llamados “productos milagro“, que encontró a través de las redes sociales, ya que luego del consumo de unas píldoras especializadas para peder peso, la mujer comenzó a presentar una serie de complicaciones que derivaron en un accidente cerebrovascular (ACV) y su posterior muerte clínica.
El problema de las redes sociales
Un mes, siete kilos menos
En este orden de ideas y de acuerdo con la información disponible en un artículo publicado por la cadena de noticias Televisa, la mujer regiomontana se habia mostrado incapaz para bajar de peso, luego de su último embarazo. Una situación que había generado mucha inseguridad respecto de los procedimientos que estaba ejecutando para lograr su objetivo. Luego de un año de esfuerzo, la mujer decidió probar unas pastillas que ofrecían por redes sociales una “solución fácil” para sus problemas.
En este sentido, sin consultar a su médico, la mujer comenzó con el tratamiento para adelgazar a través de la ingesta de Avitia Cobrax, un producto valuado en miles de pesos cuyos agentes activos se jactan de ser insumos 100 por ciento naturales. Junto a su esposo, la mujer notó que luego del primer mes del consumo de las píldoras especializadas, la muer había perdido hasta siete kilográmos.
Repercusiones a nivel cerebral
Sin embargo, la paciente notó que el consumo de este medicamento le ocasionaba fuertes dolores de cabeza. Un motivo por el cual acudió con el personal médico correspondiente para que, luego de la interpretación elaborada a partir del análisis de la Tomografía Axial Computarizada (TAC), se confirmara una importante inflamación en el cerebro. Ese mismo día, la paciente sufrió un edema cerebral, situación que derivó eventualmente en su fallecimiento.
Antonio, esposo de la paciente, dio a conocer que junto a su esposa él había iniciado el tratamiento que tuvo, de acuerdo al testimonio del paciente, como efectos secundarios una terrible “sudoración excesiva“, que verificó después de iniciar el “tratamiento milagro”.
Tanto los médicos como Antonio, su esposo, culparon a las pastillas por la probable muerte cerebral de Priscila. Antonio también tomó las pastillas, y en su testimonio, dijo que éstas le provocaban una sudoración excesiva.
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