Lo que un día fue un río lleno de vida y uno de los principales pulmones en el norte del país, hoy es una zona recubierta por un color naranja que contiene dentro de sus causes la muerte de millones de organismos (y microorganismos) que sucumbieron ante uno de los desastres ecológicos más importantes registrados en la Historia de México: la destrucción de los ríos Bacanuchi y Sonora.
Intoxicación por plomo
Inspección de COFEPRIS
En este contexto, la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (COFEPRIS) resguardó esta el área para corroborar el estado de salud de las principales poblaciones y aldeas aledañas a la zona del desastre registrado en 2014 y cyos primeros resultados fueron, entre otras cosas, la intoxicación por plomo de los habitantes de la localidad.
Con esto en mente, el coordinador de asesores del comisionado general de la COFEPRIS explicó cada cuatro meses se hace una evaluación del área con la intención de detectar niveles anómalos en la región.
De las 381 personas que fueron sometidas a los análisis de sangre y de orina de la localidad, ninguna de ellas presentó niveles por encima de la norma 199 de la Secretaría de Salud. Una cifra que nos pone tranquilos pero que no nos hace bajar los brazos.
Río Sonora, una zona que sigue muriendo
El pasado 6 de agosto de 2014, ocurrió uno de los desastres naturales más importantes de la historia ambiental de Sonora: el derrame de 40 mil metros cúbicos de sulfato de cobre mezclados con ácido sulfúrico y con un índice muy alto de concentraciones de metales pesados muy dañinos para la salud y los ecosistemas, provenientes de la mina Buenavista del Cobre, en Cananea, perteneciente al Grupo México.
La descarga de los compuestos químicos, de acuerdo con la organización internacional GreenPeace, afectó (afectará) a por lo menos 22 mil personas de siete municipios aledaños a los ríos Sonora y Bacanuchi:
- San Felipe;
- Arizpe;
- Aconchi;
- Banamichi;
- Ures;
- Baviácora; y,
- Hermosillo.
Hoy, la COFEPRIS ha hecho la evaluación correspondiente a este cuatrimestre, pero la autoridad federal no baja los brazos.
Imagen: Fundación UNAM