La habilidad es una cualidad que distingue a los profesionales de la salud, independientemente de la región del mundo en la que se desempeña la práctica médica. Sin embargo, esta condición, pericia y conocimientos, muchas veces son sometido por cuestiones morales y de ética que cada uno de nosotros tenemos, muy arraigada e irrestricta. Tal es el caso de doctor Jan Karbaat, un médico especialista en fertilidad acusado de haber engañado a 60 mujeres en Holanda.
Jan Karbat, el banco de esperma en Holanda
El doctor Karbat, director del Banco de Esperma en Holanda, clínica especializada cercana a la ciudad de Rotterdam, fue acusado por una organización de la sociedad civil por haber presuntamente falsificado registros de donantes de este material genético, para utilizar su propio esperma en la fertilización de 60 casos de reproducción asistida.
La organización Defense For Children (DCI), destacó en una declaración hecha a la televisión holandesa NOS, que se podría tratar de un acto donde este médico especialista se valió de su condición de autoridad en una importante clínica de salud, para llevar a cabo procedimientos ilegales en el país europeo.
Consideraba que tenía buena salud y era inteligente, de modo que podía compartir sus genes con el mundo. Veía esta actitud como algo noble, no tenía ninguna noción de ética y banalizaba el impacto para los niños probeta.
Un secreto que se llevó a la tumba
De acuerdo con la legislación en los Países Bajos, los donantes de esperma solo tienen permitido someterse a este tipo de procedimiento hasta en seis ocasiones. No más. Por esa razón, además de la carga valorativa que implica la ética de ser el donante de más de media centena de seres humanos, el hombre es sujeto de haber incurrido en supuestos delitos estipulados ene el código penal.
Sin embargo, luego de negarse a realizarse pruebas de sangre para determinar el parentesco con los más de 60 pacientes (porque sólo esa cifra levantó un acta de denuncia) el hombre falleció por causas naturales el pasado mes de abril. Con lo que su secreto se llevó hasta las últimas consecuencias.
Al respecto, Moniek Wassenar, de 36 años y miembro del DCI explicó que el mismo doctor Karbaat le había confesado que el joven nacido era su descendiente, su hijo biológico.
Es de locos que haya muerto y se ha llevado el secreto a la tumba. Sin embargo, a pesar de su muerte, todavía hay mecanismos para comparar su ADN con el de sus supuestos hijos biológicos. Karbaat fue astuto al manipular los datos y descripción de donantes de esperma para usar el suyo y superar así el máximo permitido de seis hijos por donante.
Imagen: Bigstock