El caso del británico Stephen Storey ha sido una excepción entre las excepciones, pues no sólo es de los pocos varones que presentan esclerosis múltiple, una enfermedad genética habitualmente diagnosticada entre la segunda y cuarta década de vida en mujeres, sino que ha sido el primer paciente a quien se ha abordado con un arriesgado tratamiento experimental, el cual tuvo considerable éxito.
En menos de un año este amante del suf, el buceo y los maratones pasó de hacer ejercicio intenso a perder fuerza e incluso la capacidad para sostener una cuchara, de modo que quedó confiando a una silla de ruedas a causa de la afectación autoinmunitaria que dañaba a su cerebro y médula espinal.
Sin embargo, el neurólogo Basil Sharrack del hospital Royal Hallamshire, en Sheffield, Inglaterra, propuso destruir su sistema inmunológico para reemplazarlo con uno no afectado, motivo por el que a pesar de los riesgos implícitos Storey aceptó y el especialista le extrajo células madre sanas de sangre y médula ósea para después, mediante quimioterapia de dosis alta, destruir la médula ósea defectuosa existente.
Al reintroducir las células madre sanas en el organismo del paciente éstas empezaron a crear un nuevo sistema inmunológico sano, así que nueve días después del tratamiento comenzó a mostrar señales de recuperación.
Aunque Stephen no abandonó del todo su silla de ruedas, ha podido volver a bucear y continúa siendo objeto de estricta vigilancia médica para observar los efectos del tratamiento que aún está en fase experimental.
De acuerdo con expertos, los alentadores resultados indican que el tratamiento con células madre para reemplazar un sistema inmunológico defectuoso podría tener un “efecto increíble” para detener e, incluso, revertir los efectos de la esclerosis múltiple, no obstante, han reconocido que la investigación en este campo aún está en sus inicios.
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