Con frecuencia, el trabajo de las personas con inteligencia promedio supera al de aquellas con inteligencia superior, pero antes de frustrarnos por esta realidad, hay que tener en cuenta que la respuesta puede encontrarse en la “inteligencia emocional” (IE).
Éste es un factor clave que le permite al individuo destacar, ya que afecta la forma en que se comporta ante situaciones complejas, sean personales o profesionales.
Habitualmente, el médico es una persona con inteligencia destacada; sin embargo, un pobre control de sus reacciones y conducta puede “echar por la borda” su trabajo y esfuerzos, por ello, hay que preguntarnos: “¿tenemos inteligencia emocional?”
De acuerdo con empresas dedicada a identificar el talento profesional, las personas que carecen de ella tienen los siguientes rasgos:
1. Se estresan con facilidad porque se tragan emociones y sentimientos causantes de tensión y ansiedad, mientras que una persona con inteligencia emocional identifica las situaciones que lo agobian y las enfrenta a tiempo.
2. Les cuesta trabajo ser asertivos, pues carecen de habilidad para equilibrar empatía, cordialidad y modales provocando que no establezcan límites claros, no obstante, una persona con IE se mantiene estable y neutraliza a quienes son difíciles.
3. No identifican claramente sus emociones mientras las experimentan, lo cual es realmente problemático, ya que observarlas ayuda a evitar malos entendidos.
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