La historia de Kernel es la típica narrativa del inversionista norteamericano. Su dueño, el Bryan Johnson, un hombre de 39 años que nacido en un pequeño pueblo en la ciudad de Utah comenzó su camino en los negocios a través de la firma de una pequeña empresa de teléfonos celulares.
El trabajo de Johnson rindió sus primeros frutos con la venta de su pequeño corporativo al multiconocido eBay. No obstante, el éxito del empresario lo llevó a fundar el The OS Founds y con ello su apoyo en la financiación de investigadores interesados en, de acuerdo con sus palabras:
Empresarios que prometen reinventar los sistemas operativos de la vida.
En ese contexto, el empresario participó en la generación de los primeros aviones no tripulados, diseños robóticos e incluso en la fabricación de nanobots especializados. No obstante, su atención se orientó a la investigación y desarrollo de la Inteligencia Artificial (AI por sus siglas en inglés) para suministrarla en la extensión de la capacidad cerebral con la intención de potencializar la supervivencia de los seres humanos.
Así nació Kernel, que en agosto de 2016 salió del anonimato para presentar su más grande ambición: la comprensión del funcionamiento del cerebro, para su aplicación práctica.
Explorar nuestro universo es extender la vida de nuestra tierra. La comprensión de nuestro código genético es extender la vida de nuestro cuerpo. Y ahora, estamos abriendo nuestro código neural para extender la vida de nuestra mente. Por lo tanto, ¿qué significará para vivir?
Esta empresa es una de las pioneras en el recientemente actualizado campo de las extensiones cerebrales. Actualmente, es una de las compañías más importantes en el desarrollo de prótesis humanas y se espera que sus investigaciones arroje resultados importantes en el mediano y largo plazo.