Todos sabemos que el dolor es una experiencia subjetiva, cuya percepción varía de persona a persona, por lo que muchas veces es difícil establecer claramente su magnitud. En los niños, esta tarea se vuelve aún más complicada, pues la mayoría de las veces, no son capaces de describir claramente sus síntomas.
Por ello, constantemente se buscan formas más eficaces para valorar el dolor en los pequeños de la casa, especialmente en aquellos que aún no han desarrollado la capacidad del habla, o quienes presentan algún tipo de discapacidad que le impide expresar lo que están sintiendo en un momento determinado.
Dada la complejidad del tema, se han desarrollado innumerables escalas y métodos para tratar de establecer de la forma más objetiva posible. A pesar de no ser una ciencia exacta, existen algunos modelos muy útiles que han sido adaptados a todas las etapas de la niñez y adolescencia.
Neonatos
Valorar el dolor en un neonato es una de las labores más difíciles que deben enfrentar los especialistas de esta área. Ya que la estimación depende exclusivamente de los signos, puesto que el paciente no puede describir sus síntomas.
Una de las escalas para medir el dolor neonatal más aceptadas es el Nenonatal Facial Coding System, en el que se toman en cuenta 9 cambios en el comportamiento neonatal: hacer pucheros, cerrar los ojos fuertemente, temblores en el mentón y pliegue nasolabial, contracción de la lengua, apertura de labios, contracción de la boca y abombamiento de las cejas.
Niños entre 1 mes y 3 años
En infantes que aún no pueden comunicarse, también se usa una escala conductual para establecer la intensidad del dolor. A diferencia de lo que ocurre en los neonatos, esta debe tomar en cuenta, no sólo gestos faciales, sino la actitud del niño en general; y según la Sociedad Española de Pediatría, también debe considerar algunos aspectos fisiológicos.
En este sentido, se deben considerar la TAS basal, la intensidad del llanto, la actividad motora espontánea, la expresión facial, el comportamiento, movimiento de las extremidades y, en caso de que pueda hablar, la evaluación verbal.
Niños entre 3 y 7 años
En niños mayores, generalmente la estimación del dolor suele ser más sencilla. Y típicamente se realiza mediante una escala que contiene entre 5 y 10 caras, con distintas expresiones faciales, en las que el niño puede seleccionar, la que represente mejor el dolor que siente en ese momento.
Otro método sencillo e intuitivo para niños pequeños, es colocar vasos a forma de escala enumerados del 1 al 5, el primer vaso debe estar vacío y el último debe estar a tope. De esta forma, el niño puede señalar el vaso más acorde a la intensidad de dolor que siente.
Niños entre 7-12 años
A medida que van creciendo, los niños pueden discriminar de forma más crítica el dolor y expresarlo. Sin embargo, al tratarse de una sensación subjetiva y abstracta, es preferible usar escalas analógicas visuales o verbales (leve, moderado, severo); en lugar de usar escalas numéricas, como normalmente hacemos con los adultos.
Pero, en caso de requerir una estimación numérica, puede usarse una representación de la escala en forma de termómetro, lo cual es más divertido y comprensible para niños en esta edad.
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