Desde tiempos remotos la infidelidad ha sido la causa más común detrás de un divorcio o una separación, pero el daño de ésta es mucho más profundo. Una infidelidad suele causar en el traicionado sentimiento de furia, angustia y humillación, generalmente asociados con el desarrollo de depresión y ansiedad, sentimientos que pueden desencadenar en múltiples consultas con el psicólogo o, incluso, el psiquiatra, con el objetivo de aliviar este profundo malestar causado por la traición de una pareja.
En términos médicos la infidelidad es un tema bastante socorrido, incluso dando pie a diversas investigaciones que han encontrado factores genéticos, biológicos, químicos, psicológicos, ambientales, sociales y culturales que intervienen en la misma.
De acuerdo con una investigación efectuada en por la Facultad de Psicología y el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM encontró que el 15 por ciento de las mujeres y el 25 por ciento de los hombres han mantenido relaciones con personas que no son su pareja por lo menos una vez en la vida.
Entre las razones que motivan una infidelidad (según dicha investigación) se encuentran:
Mujeres
- Problemas de comunicación con la pareja.
- Insatisfacción sexual.
- Falta de amor.
- Características físicas de otros hombres.
- Dinero.
- Por venganza ante una infidelidad previa en su compañero.
Hombres
- Atracción física a otras mujeres.
- Escasa comunicación.
- Insatisfacción sexual.
- Falta de amor.
- Mala higiene de su pareja.
- Problemas económicos.
Pero en la infidelidad no intervienen únicamente los factores externos, sino también la biología de cada individuo. Así lo sugieren expertos de la Facultad de Química de la UNAM, quienes aseguran que la interacción de ciertas hormonas con algunos receptores cerebrales específicos hacen que algunas personas sean más propensas a ser infieles a sus parejas.
En términos genéticos, diversos estudios internacionales han demostrado que los genes tienen una importancia primordial en la infidelidad. Uno de ellos el efectuado por el Instituto Karolinska de Estocolmo, el cual descubrió una asociación entre el alelo 334 (el cual gestiona la vasopresina) y los lazos sociales, sean de pareja o materno/paterno-infantil, siendo “la primera vez que se asocia la variante de un gen específico con la manera en que los hombres se comprometen con sus parejas”.
De tal modo, el estudio reveló que los hombres “dotados” con dos copias del alelo 334 han tenido en su vida más crisis de pareja y sus esposas afirmaron que están más insatisfechas.
Sea como sea, lo cierto es que hombres y mujeres están expuestos por igual a vivir en propia piel; ya sea en los varones, en quienes domina el impulso de “refrendar su hombría” ante una mujer atractiva, o en las mujeres, quienes buscan comprensión y afecto.
Finalmente, para el doctor Efraín Noguera, médico especialista en psicoanálisis y psiquiatría, la intolerancia ante el adulterio se debe a que es visto como una agresión directa o una pérdida, pérdida del ser que se ama y que se ve, de cierto modo, como una posesión.