Andrew Barclay, un ciudadano de Folkestone, Reino Unido, viajó con su esposa hasta Suiza para que se le aplicara allí la eutanasia debido a que en el Reino Unido está prohibido hacerlo.
De acuerdo al Daily Mirror, Barclay, exfuncionario de profesión, solicitó antes de morir al Parlamento Inglés, que permitiera la eutanasia para que otras personas como él no tengan que viajar fuera de sus países para suicidarse.
Se dio a conocer que el matrimonio gastó más de 12 mil dólares para que Andrew Barclay pudiera morir en “Dignitas”, una de las clínicas de suicidio asistido de Suiza. El diario reportó que ahora la esposa podría enfrentar una investigación judicial por ayudar a su marido a morir.
Después de darse a conocer esta información, varias organizaciones del Reino Unido se encuentran impulsando una legislación en favor de la eutanasia en aquella región.
Anthony McCarthy, miembro de la Sociedad Protectora de los Niños No Nacidos, comentó que en toda esta historia la cobertura de los medios de comunicación ha jugado un papel fundamental para que la gente acepte la eutanasia.
En tanto, los médicos que atendían a Barclay, aseguraron que aún podría haber vivido 10 años más. “Era capaz de leer, bañarse, comer y abrazar a sus nietos. Si bien es cierto que estaba condenado a vivir en una silla de ruedas, su salud era fuerte y hay muchos testimonios de personas que viven así y son sumamente felices”, comentaron.
Antes de morir, el propio Barclay expresó: “todavía hay momentos increíbles de felicidad. Pero ya no pesan más que una vida en la que cada día es una lucha de principio a fin, así que por eso he decidido suicidarme”.
A pesar de los comentarios que le animaban a no hacerlo, Andrew señaló que la decisión ya estaba tomada: “la fecha está pactada y la dura realidad es que ahora tengo un trabajo por hacer”.