De la mano del aumento en la esperanza de vida crece la demanda de cirugía plástica por la necesidad de revertir los efectos de la edad, y aunque que ser especialista dedicado a este campo conlleva años de preparación, lo cierto es que suelen surgir inconformidades por parte de los pacientes con relación a la atención médica recibida y, en el peor de los casos, se encuentran con pseudoprofesionales que atentan contra su ingerida y su vida.
Éste pareciera ser uno de esos casos, uno que ha sacudido a Argentina, pues el cirujano plástico Carlos Azuza fue acusado de intervenir en una clínica clandestina a una mujer que falleció dos días más tarde, pero esa es sólo una parte de la historia.
La occisa, B. Gattiari de 48 años de edad, se sometió a una lipoescultura y a un implante de glúteos que le causaron complicaciones detectadas en los exámenes forenses, señaló el diario Clarín de Argentina.
Esto motivó que las autoridades emitieran orden de aprensión en contra de Azuza, quien ya tenía antecedentes por mala praxis, pues tres años atrás fue detenido junto con otro médico por la muerte de un hombre que falleció al aplicarle incorrectamente la anestesia, no obstante, quedó en libertad tras pagar fianza, pero en esta ocasión tendrá que enfrentar juicio, pues además se le señala por probable participación en otros cuatro fallecimientos y se le investiga por prescribir morfina sintética.
Por si esto no fuera suficiente escándalo, el cirujano plástico cayó víctima de su propia mala praxis y pasó de las manos de la policía a las del hospital, ya que horas antes de haber sido detenido se practicó a él mismo un alargamiento peneano que también habría salido mal.
No queda duda de que, aunque parezca un mal chiste, tiene mucha razón esa frase que dicta: “el que a hierro mata, a hierro muere”, de modo que Azuza tendrá que recuperarse mientras espera su juicio para febrero de 2017.
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