Durante su campaña, el presidente electo de los Estados Unidos, Donald Trump, prometió reemplazar el actual sistema de salud basado en la Ley para la Protección de Pacientes y Cuidados de la Salud Asequibles (The Patient Protection and Affordable Care Act, o simplemente ACA) con cuentas de ahorro para salud y promover reformas de libre mercado a fin de importar fármacos y reducir sus costos, postura que no todos comparten pero que, sin duda, algún día tendrá que concretarse, pues ya dio el primer paso para desmantelar el llamado Obamacare.
Este día el mundo amaneció con la noticia de que Trump nombró secretario de Salud de su próximo gobierno al legislador conservador y excirujano ortopédico, Tom Price, uno de los más duros críticos del actual sistema sanitario de Estados Unidos.
A través de una nota oficial, Trump aseguró que Price “está excepcionalmente calificado para conducir nuestro compromiso de desmontar y reemplazar el sistema Obamacare” e implementar en su lugar “un sistema de salud que sea asequible y accesible a todos los estadounidenses”.
Entre las promesas electorales de Trump se encuentra conservar dos aspectos del actual sistema de salud:
- Permitir a los jóvenes permanecer en el plan de salud de sus padres hasta alcanzar los 25 años de edad.
- Prohibir que las aseguradoras nieguen atención a personas con problemas preexistentes a la firma de los contratos.
Entre los grandes logros del Obamacare, además de llevar a Barack Obama a la Casa Blanca en 2008, se encuentran haber reducido a 10 por ciento la población que carece de protección de salud (el nivel histórico más bajo) y proteger con seguros privados a unos 20 millones de estadounidenses.
Al respecto, una encuesta continuada aplicada sobre la población de EE. UU. por Kaiser Family Foundation, reveló que, después de que la Ley ACA fuera promulgada el 23 de marzo de 2010, la mitad de la gente simpatizó con ella sólo en un momento, en julio de ese año, pues en el mismo periodo del siguiente año la opinión favorable cayó al 42 por ciento y en 2012 volvió a bajar, a 38 por ciento.
En los años siguientes, 2013, 2014 y 2015 no superó el porcentaje de simpatía del 44 por ciento, pero en octubre de este 2016 llegó al 45 por ciento, un registro que no se presentaba desde septiembre de 2015, como muestra Statista.