Durante la presente campaña electoral para acceder a la Casa Blanca, los candidatos Hillary Clinton y Donald Trump han confrontado sus puntos de vista sobre distintos temas de interés para la población estadounidense (así como mundial), pero quizás uno de los más polémicos ha sido el manejo de las políticas de salud y, particularmente, sobre la continuidad de la llamada Obamacare.
Por todos es conocido que el 23 de marzo de 2010 el actual presidente de Estados Unidos, Barack Obama, firmó una reforma de salud que dio origen a esta nueva legislación cuyo nombre oficial es Ley para la Protección de Pacientes y Cuidados de la Salud Asequibles o The Patient Protection and Affordable Care Act (ACA), la cual tiene por misión extender y mejorar el acceso a los cuidados de salud mediante la reducción de gastos derivados de regulaciones e impuestos a la industria de los seguros médicos.
Sin embargo, lo que pocos recuerdan, y que fue señalado por la demócrata Clinton, es que antes de la Obamacare existió la Hillarycare.
Durante la campaña para las elecciones primarias, en un mitin realizado en Iowa en enero de este 2016, Hillary Clinton señaló que este seguro de salud obligatorio “se llamaba Hillarycare antes de ser llamado Obamacare”.
En 1993, cuando ella llegó a la Casa Blanca acompañando a su esposo Bill Clinton, entonces presidente de EE. UU., le encomendó impulsar un plan de reforma al sistema de salud.
Los expertos en políticas públicas han destacado que su iniciativa era más ambiciosa que el Obamacare, sin embargo, en aquel momento no logró siquiera que ésta fuera sometida a votación ante el Congreso aunque los demócratas tenían la mayoría en ambas Cámaras.
No obstante, en términos políticos, la iniciativa fue costosa para ella y su esposo, pues en la campaña legislativa de 1994, el Partido Republicano uso el Hilarycare para atacar al gobierno y a los demócratas y finalmente estos perdieron el control del Senado y la Cámara de Representantes.
Aunque el precio fue alto, algunos analistas han señalado que este fracaso sirvió para que el presidente Obama conociera previamente las dificultades de impulsar una reforma radical al sistema de salud, de tal suerte que se conformó con una propuesta más modesta pero con más posibilidades de ser aprobada.
Sin emabrgo, la Hilarycare muestra abiertamente la postura de la candidata demócrata con respecto a los temas de salud, una mentalidad que, sin duda, genera polémica desde años atrás, pues una gráfica de Statista, por ejemplo, muestra que en 2012 el 38 por ciento de los estadounidenses opinaba que la Obamacare (menos agresiva que la Hillarycare) se debía revocar, 33 por ciento pedía expandirla, 20 por ciento creía conveniente dejarla así, y 9 por ciento no tenía opinión al respecto.
Imagen: obamacarefacts.com