Quizás uno de los mayores descubrimientos médicos del último lustro lo constituye la revolucionaria técnica de edición genética CRISPR-Cas9, la cual podría ofrecer solución a diversas enfermedades, no obstante, entraña una problemática más allá de los retos en investigación y desarrollo, pues existen gigantescas disputas por sus patentes.
“La historia la escriben los ganadores” es una premisa que ha marcado la Historia Universal, y es justo en estos momentos que se libran batallas que dejarán profunda huella en la medicina pues, por ejemplo, un artículo de la famosa revista Cell, escrito por Eric Lander, director del influyente Instituto Broad del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, destaca la potencia de esta herramienta como forma de control genético pero, curiosamente, guarda silencio sobre la disputa de patentes que el Broad sostiene con la Universidad de California en Berkeley (UCB).
La discusión, sin embargo, no es insignificante, pues implica unos 917 millones de euros y la adjudicación sobre quién inventó las llamadas tijeras genéticas, como se ha denominado a la técnica CRISPR-Cas9.
El problema con el brillante artículo del famoso Lander consistió en que ensalzó el papel del biólogo Feng Zhang en el desarrollo de este método, quien pertenece al Instituto Broad y, contrariamente, minimizó la labor de la bioquímica de Berkeley, Jennifer Doudna, lo que le valió una lluvia de críticas en redes sociales, particularmente en Twitter y, claro, en tabloides, si bien ella también publicó un escrito, aunque más técnico, sobre la CRISPR-Cas9 que, al igual que Lander, no manifiesta gran interés sobre esta guerra de patentes.
El origen de todos los males…
El origen de la disputa, explica la revista especializada en ciencia y tecnología, Technology Review, parece remitirse a 2012, cuando Doudna y su equipo de colaboradores europeos publicó los componentes claves del sistema CRISPR para cortar con facilidad ADN en determinado sitios, mientras que, meses más tarde, el equipo de Zhang demostró cómo adaptarlo a las células humanas.
No obstante, en la revista Scientist la periodista Tracy Vance ofrece valiosos detalles sobre quejas de Doudna y del biólogo de Harvard, George Church, sobre errores del artículo de Lander.
Cell ha mendionado que probablemente divulgará información añadida para hacer correcciones al respecto, las cuales se espera sean largas pues, cabe recordar, Doudna es cofundadora de tres empresas que ofrecen CRISPR, además, ha ganado premios de unos 2, 8 millones de euros en efectivo por su trabajo en el campo de la edición genética y tiene varias solicitudes de patente en coautoría.
En tanto, el Instituto Broad, el MIT y Harvard poseen varias patentes y una participación multimillonaria en Editas Medicine, empresa que espera empezar a cotizar en bolsa con unos 92 millones de euros.
Así las cosas, esta “Guerra Fría” en investigación y medicina durará largo tiempo pero, sin duda, arojará otro nombre que habrá de sumarse a las listas de vencedores en la Historia Universal
Imagen: Bigstock