Un estudio publicado recientemente en Clinical Oncology, el cual incluyó aproximadamente a 7 mil pacientes con cáncer renal (en cuatro bases de datos), reveló que aquellos con alto IMC lograron mayor supervivencia que quienes tenían índice normal o bajo.
En un grupo de unos 2 mil pacientes la supervivencia media general de quienes tenían IMC elevado fue de 25,6 meses frente a 17,1 meses de aquellos con IMC bajo. Asimismo, la tasa de mortalidad en pacientes con sobrepeso fue 16 por ciento menor en el transcurso del estudio iniciado en 2003.
Los investigadores dirigidos por Toni Choueiri, director del Centro Lank de Oncología Genitourinaria del Instituto Oncológico Dana Farber en Boston, Estados Unidos, señalaron que estudios previos mostraron que el diagnóstico de cáncer renal en pacientes con obesidad tuvo características patológicas menos peligrosas, y que cuando fueron tratados con terapias dirigidas, aun cuando había metástasis, tuvieron una mayor supervivencia.
A fin de encontrar una explicación al respecto, el equipo de Choueiri se dedicó a buscar diferencias moleculares entre los pacientes con IMC bajo y alto en dos bases de datos, sin embargo, no encontraron ninguna en el ADN de los tumores que pudiera explicar este resultado. No obstante, al analizar el ritmo al cual la información genética era utilizada por la célula para elaborar proteínas, detectaron una.
El gen sintasa de ácido graso (FASN), conocido como oncogén metabólico, tenía expresión disminuida en comparación con otros tipos de cáncer, aunque se desconoce por qué ocurre esto en los pacientes con obesidad.
Los investigadores han considerado que que el hallazgo constituye una razón poderosa para realizar experimentos tendientes a inhibir la expresión del FASN en pacientes con cáncer de riñón sin importar su IMC, esto en un intento por ofrecerles una nueva terapia, ya que, como muestra una gráfica de Statista sobre población estadounidense, la tasa de mortalidad por cáncer de riñón y pelvis renal en conjunto se ha mantenido más o menos estables, pues pasó de 4.1 por ciento en 1999 a 3.8 en 2012, lo que habla de la necesidad de seguir innovando en este sentido.