De acuerdo con datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), 16 por ciento de la muertes maternas a nivel global se producen como resultado de la hipertensión durante el embarazo; no obstante, en México el porcentaje de embarazadas con preeclampsia se calcula entre 10 y 14 por ciento con cerca de 4 mil decesos de mujeres y 20 mil de bebés cada año, lo que la convierte en la primera causa de muerte materna, fetal y perinatal en en el país.
El organismo internacional ha señalado que en Latinoamérica los trastornos hipertensivos del embarazo se relacionan con la cuarta parte de los fallecimientos maternos. En tanto, la Secretaría de Salud de México ha aceptado que constituyen la principal causa de alteraciones permanentes o secuelas tanto en la madre como en los hijos.
Ante este contexto, la especialista en Medicina Fetal, Rosario García Mandujano, ha advertido que “aunque los números en relación a este padecimiento han bajado, la movilización es muy lenta”, pues no existe tratamiento específico para la preeclampsia; “el protocolo real a seguir aún es la terminación del embarazo con todas las consecuencias que esto pueda traer”, señaló.
García Mandujano, quien también participa en protocolos de investigación para América Latina y México a través de la Fetal Medicine Foundation en el país, explica que “desafortunadamente los casos que se detectan se ubican entre el segundo trimestre tardío o el tercero, es decir, cuando los problemas de preeclampsia o eclampsia ya están presentes en la paciente y en el feto”.
A nivel mundial, la disminución anual media de la mortalidad materna en general ha sido alentadora, pues por ejemplo entre 1990 y 2010 fue del 3.1 por ciento, según reporta Statista con base en información de la OMS; sin embargo, prestando atención a los detalles, queda claro que aún falta mucho trabajo por hacer, pues mientras en el sudeste de Asia y el Pacífico Oeste el índice fue del 5.2 por ciento en cada una de estas regiones, en América el descenso fue de apenas 2.5 por ciento, inferior incluso al presentado en África que registró 2.7 por ciento.
Además, aunque en México información del Consejo Nacional de Población (Conapo) indica que las muertes maternas descendieron de 88,7 por cada 100.000 nacidos en 1990, a 43 en 2011, la tasa de mortalidad materna tardía creció al pasar de 0,07 casos por cada 1.000 mujeres en 2002 a 0,48 en 2013.
Al respecto, la especialista destaca que la preeclampsia es un padecimiento cuya presencia no depende de factores relacionados con la madre o el padre, sino de “un funcionamiento planetario que no se llevó adecuadamente y que sólo se puede determinar a través de distintos estudios”.
Si bien el American College menciona que no existe un algoritmo específico que permita hacer un tamizaje o cambio en la historia natural de la enfermedad, asegura la especialista que “la Fetal Medicine Foundation en Londres, Inglaterra, tiene un algoritmo que está utilizando desde hace muchos años en toda Europa con resultados extraordinariamente buenos y esto se quiere llevar a la población latina”.
Sobre la situación actual en México, señaló que ha trabajado en más de nueve estados de la República y sólo en uno se logro establecer “una bolsa económica para atender esta problemática, lo cual contrasta con las necesidades tan apremiantes del tema”.
Asimismo, destacó que este trastorno puede ser silencioso y no relacionarse con la presión elevada ni presentar sintomatología (como dolor de cabeza, zumbido de oídos, visión borrosa o hipertensión), por lo que sólo podría diagnosticarse debido a la presencia de ciertas proteínas en la orina de la madre, de modo que en la actualidad la revisión del especialista, al menos una vez al mes, es la principal herramienta para detectarlo.
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