Negar que la medicina (y en general el campo de la salud) se ha visto ampliamente beneficiado por el desarrollo tecnológico de las últimas décadas sería una gran necedad; sin embargo, también es claro que este avance tecnológico ha dado pie a uno de los dolores de cabeza más grandes de todo profesional de la salud: el autodiagnóstico.
Si bien contar con pacientes cada vez mejor informados no es malo en principio, representa un inmediato problema de comunicación, pues ciertamente el toparte con pacientes que creen saber más que tú sobre medicina gracias a un par de horas buscando sus síntomas en Google puede caer como una verdadera patada en la espinilla; sin embargo, ¿te imaginas si pudieras utilizar esta situación a tu favor?
Imagínate que te encuentras en consulta y tras escuchar los síntomas de tu paciente no comienzas a darle un diagnóstico, sino que le lanzas una sencilla pregunta adicional: “¿qué información ha leído al respecto en internet?”
Evidentemente la respuesta que dé tu paciente no afectará de ninguna forma tu diagnóstico, pero seguramente te ayudará a tratar con él de una manera diferente al otorgarte una ventaja estratégica. Piénsalo detenidamente, si con antelación conoces lo que tu paciente cree saber sobre su padecimiento, entonces no sólo podrás evitarte corajes ante intromisiones y contradicciones futuras, sino que podrás conocer mejor su forma de pensar y orientar tu discurso con base en la información que éste acaba de darte.
Ciertamente a todos (independientemente de si somos editores, médicos, abogados o ingenieros) nos molesta cuando alguien intenta corregir nuestro trabajo sin contar con los años de experiencia y estudios que nosotros tenemos, pero también debemos de aceptar que internet se encuentra repleto de información que no es completamente obsoleta y que, en el caso de la salud, puede ayudar a construir un tratamiento que el paciente se sienta menos reacio a seguir y que por ende mejore el apego al tratamiento así como la confianza en la relación médico-paciente.
Quizás pienses que tu trabajo sería mucho más sencillo si tus pacientes no tuvieran el nivel de acceso a la información con el que cuentan hoy día y siguieran todas tus instrucciones a pie juntillas, y tal vez tengas razón, pero esa no es la realidad a la que debes enfrentarte diariamente.
La realidad de las cosas es que internet ha llegado para quedarse y la información médica (buena y mala) seguirá estando disponible para tus pacientes, por lo que lo mejor que puedes hacer es aceptarlo y comenzar a asumir que tus pacientes ya tienen algún conocimiento (más o menos útil) sobre la enfermedad que los aqueja, siendo la única pregunta que resta: ¿vas a aprovecharlo o vas a permitir que te ocasiones disgusto diariamente por el resto de tus días?