La hepatitis C es una enfermedad viral que afecta el hígado, y en México representa un problema significativo de salud pública. Este virus se transmite principalmente a través del contacto con sangre infectada, y puede provocar infecciones crónicas que, con el tiempo, dañan gravemente el hígado, causando cirrosis o cáncer hepático si no se trata adecuadamente.
Prevalencia de la hepatitis C en México
En México, el número de personas diagnosticadas con hepatitis C ha aumentado en las últimas décadas, aunque la cifra exacta puede ser difícil de determinar debido a la naturaleza asintomática de la enfermedad en sus primeras etapas. Según datos de la Secretaría de Salud y el Centro Nacional para la Prevención y Control del VIH y el SIDA (Censida), se estima que aproximadamente entre el 1% y el 1.5% de la población mexicana está infectada con el virus de la hepatitis C, lo que representa entre 1.2 y 1.6 millones de personas.
Cada año, se diagnostican varios miles de nuevos casos, aunque esta cifra puede variar. A menudo, la hepatitis C se detecta en personas que ya están en fases avanzadas de la enfermedad, ya que los síntomas pueden tardar años o incluso décadas en aparecer. Esto hace que muchos casos queden sin diagnosticar hasta que el daño hepático es severo.
Grupos de riesgo
Los grupos con mayor riesgo de contraer hepatitis C en México incluyen a personas que han recibido transfusiones de sangre antes de 1994 (cuando comenzaron a implementarse pruebas más rigurosas de detección del virus en los bancos de sangre), usuarios de drogas inyectables, personas que han sido sometidas a procedimientos médicos sin las debidas medidas de esterilización, y aquellos con tatuajes o perforaciones hechas en condiciones no higiénicas.
Acciones de salud pública
El gobierno mexicano ha implementado programas para mejorar la detección temprana y el tratamiento de la hepatitis C. Existen nuevas terapias antivirales de acción directa que han demostrado ser altamente efectivas, con tasas de curación superiores al 95%. Sin embargo, el acceso a estos tratamientos sigue siendo un desafío para muchas personas debido a su costo y disponibilidad.
En resumen, aunque México enfrenta un desafío considerable con respecto a la hepatitis C, las medidas de salud pública para su control y tratamiento han avanzado, y la detección temprana es clave para reducir la carga de la enfermedad.