En México, el cáncer cervicouterino se ha convertido en un desafío de salud pública, afectando a más de 530 mil mujeres anualmente y posicionándose como la segunda causa de muerte entre ellas. Este panorama crítico se agrava por la falta de información y los costos elevados asociados al diagnóstico, resultando en que el 70% de los casos se detecten en etapas terminales, sin opciones viables de tratamiento.
Por ello, es esencial que las mujeres en México y el mundo conozcan todas las pruebas de detección, no solo como una herramienta para identificar el cáncer cervicouterino, sino como una vía para darles el control sobre su salud.
La detección del cáncer cervicouterino generalmente se realiza a través de pruebas de detección de rutina, como el Papanicolaou (Pap) y las pruebas de VPH. Estas pruebas son importantes para detectar cambios celulares precancerosos o para identificar la presencia del virus del papiloma humano (VPH)
Estas pruebas son métodos de detección y no de diagnóstico. Si se encuentran resultados anormales, se pueden realizar pruebas adicionales, como la colposcopia o la biopsia para obtener más información y realizar un diagnóstico preciso.
La detección temprana no solo implica un mejor pronóstico, sino también opciones de tratamiento más efectivas y menos invasivas, para brindar a las mujeres la oportunidad de tomar decisiones informadas sobre su salud y bienestar.
En México, la situación actual revela la necesidad de medidas más accesibles y amplias en el ámbito de la salud femenina y es aquí donde viene la buena noticia:
Timser lanzó una prueba de laboratorio de biomarcadores en sangre para la detección de lesiones o cáncer cervicouterino, llamada Preventyx. Con una taza de efectividad del 97%, no solo es precisa sino también más accesible para todas.
¿Por qué es efectiva?
Lo importante de resaltar esta prueba como una alternativa más, es para tener un enfoque holístico hacia la salud femenina mucho más amplio.
Hay que recordar que no solo debemos abordar las consecuencias físicas del cáncer cervicouterino, sino que también promover la salud mental y emocional de las mujeres afectadas. Al hacerlo, podemos allanar el camino para un futuro en el que las mujeres estén equipadas con el conocimiento y los recursos necesarios para prevenir y abordar eficazmente el cáncer cervicouterino.
Fuentes: