La información es poder y en el caso de un ictus puede ser crucial. Si quieres saber cómo reaccionar si alguien lo sufre, a continuación te vamos a ofrecer toda la información necesaria para que así puedas minimizar sus secuelas y salvar vidas.
¿Qué es un ictus?
Se puede definir como la alteración de la circulación que compromete la llegada de sangre al cerebro. Una de cada dos personas no se recupera de un ictus y, además, se estima que una de cada seis personas lo podría sufrir en algún momento de su vida.
¿Cómo detectarlo?
Los rasgos más comunes de un ictus suelen ser:
- Alteración de la visión.
- Dolor de cabeza inusual.
- Se “cae” un lado de la cara.
- Problemas de expresión o entendimiento.
- Pérdida de fuerza o sensibilidad en un lado del cuerpo.
Lo más común que podemos detectar es que nos empiece a dar un hormigueo en las extremidades o que no podamos moverlas, además de que se nos altere el habla, nos cueste pronunciar o articular palabras o que se nos olviden.
¿Cómo podemos actuar ante el ictus?
Si notas que alguien lo está sufriendo, hay una serie de comprobaciones que podemos llevar a cabo y que nos pueden ayudar a identificarlo. Para ello, puedes pedirle a la persona lo siguiente:
- Que levante los brazos.
- Que sonría.
- Que responda a alguna pregunta.
Desde Cruz Roa definen estos tres patrones como “camaleón: cara, manos lenguaje…en cuanto a la cara, le puedes pedir que sonría; respecto a las manos, que alce los brazos y, relativo al lenguaje, hazle preguntas concretas”.
Si notas que, en alguno de estos tres casos, los comportamientos no son normales, debes llamar a los servicios de emergencia. El tiempo es muy importante y cada minuto cuenta y es que las primeras horas son fundamentales.
Cómo prevenirlo
El 90 por ciento de los casos son prevenibles, a pesar de que hay algunos factores de riesgo. Entre las cosas que puedes hacer para prevenir la aparición de un ictus están:
- Controlar tu peso, tensión y colesterol.
- Dejar el tabaco y reducir el consumo de alcohol.
- Huir del sedentarismo y hacer ejercicio moderado.
- Bajar el consumo de sal y grasas.
- Realizarte controles médicos periódicos.
- Tomarte la vida con calma.