La osteoporosis es una enfermedad crónica silenciosa, así que es muy difícil detectarla a tiempo. En México, cada vez es más común y afecta, principalmente, a personas mayores de 50 años y, sobre todo, a mujeres en la etapa posmenopaúsica o con marcados antecedentes genético-hereditarios.
Concretamente, este padecimiento afecta a 10 millones de mexicanos. Tal y como ha explicado Ileana Patricia Canto Cetina, académica de la División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Medicina, “esta afección se puede definir como una reducción de la masa en los huesos, lo que los hace más porosos y modifica su arquitectura normal, generando la pérdida de fuerza y resistencia y un incremento significativo en el riesgo de fracturas”.
La posmenopausia es el principal factor de riesgo de osteoporosis
La posmenopausia es el principal factor de riesgo para que las mujeres padezcan esta enfermedad, ya que la menstruación es indicativa de que sigue reproduciendo estrógenos.
Otro factor de riesgo es cuando se presenta una fuerte influencia genética en la que si los familiares cercanos en primera línea (como la madre, tía o hermana) han sufrido de osteoporosis, las personas tienen una alta predisposición a padecer la enfermedad en proporciones que pueden ir desde 50 hasta el 85 por ciento.
También hay factores de riesgo modificables
Asimismo, se puede señalar que otros factores de riesgo son la lactancia, embarazo y edad avanzada. También existen algunos riesgos modificables, como beber alcohol en exceso, fumar, obesidad, bajo consumo de vitamina D y calcio y llevar una vida sedentaria con escasa actividad física.
Para alguien diagnosticado con osteoporosis, las repercusiones emocionales y económicas para la familia son de gran impacto, puesto que tienen que modificar significativamente sus actividades cotidianas, para así reducir al máxima los riesgos de posibles facturas. Además, los tratamientos suelen ser relativamente costosos y, en muchas ocasiones, se tiene que recurrir a la contratación de cuidadores capacitados.