- De acuerdo con la OMS se estima que uno de cada 20 pacientes adquiere una infección durante su estancia en un hospital.
- Las personas en cuidados intensivos y los recién nacidos son quienes tienen un mayor riesgo.
- Además de los pacientes, los profesionales de la salud también están expuestos a sufrir contagios de gérmenes durante su jornada laboral.
Existen muchos riesgos a los que están expuestos los profesionales de la salud por el simple cumplimiento de su trabajo. Además del cansancio por las extensas jornadas laborales también pueden sufrir contagios de gérmenes dentro de los hospitales y clínicas. Es un problema bastante grave porque incluso puede tener consecuencias mortales.
Ante esta situación, la Doctora Carolina Hernández, quien además es epidemióloga, decidió emprender un negocio de ropa médica enfocado en la innovación y la sostenibilidad social. El resultado es Colorchain, una startup global que ofrece protección a todos los profesionales de la salud.
¿Cuáles son las medidas esenciales que los profesionales de la salud deben adoptar en sus rutinas diarias para prevenir la propagación de gérmenes multirresistentes en entornos hospitalarios?
Hernández: Yo creo que, más que agregar más pasos en sus rutinas, deben hacerse cambios en los elementos que usan en su diario vivir.
Por ejemplo, el personal de la salud debe empezar a priorizar el uso de scrubs o vestuario médico y hacerlo con prendas que tengan altos estándares de calidad que aseguren su protección y confort. Nada se logra si usan scrubs que los dejan igual de desprotegidos que la ropa formal.
Con un uniforme médico de calidad me refiero a características como la repelencia antifluido en tops y pantalones y capacidades antimicrobianas. Así los fluidos biológicos que tratan a diario no les generan un riesgo de salud cuando entran en contacto con el uniforme o con su cara.
Estas prendas no absorben líquidos y los repelen de la superficie, lo que remueve cualquier bacteria del uniforme de manera rápida y efectiva. Estos son elementos indispensables que las instituciones ya deberían exigirle a sus proveedores de dotaciones y a los profesiones que compran sus uniformes particularmente.
Y parece muy sencillo, pero un uniforme médico con repel antifluido hace toda la diferencia en cuanto a protección contra patógenos transmisibles por fluidos.
Desde su experiencia, ¿cómo influye el uso de scrubs o uniformes médicos en la prevención de contagios y qué consideraciones específicas deberían tener en cuenta los médicos al elegir su vestimenta de trabajo?
Hernández: El vestuario médico es realmente una herramienta vital para los profesionales. Los uniformes les deberían dar confort en largas jornadas laborales y protegerlos a la hora de atender a pacientes.
Generalmente, los profesionales tienden a considerar los uniformes y batas médicas como una exigencia más que un elemento de protección personal que los salvaguarda. Hay que cambiar esta mentalidad, porque percibir los uniformes como un EPP es crucial para crear una cultura de cuidado donde el personal vela por su salud y a la vez cuidan a su entorno y quienes los rodean.
También se le debe empezar a exigir a los proveedores textiles que estén certificados con estándares de alta calidad. Está es una garantía que le da tranquilidad al cliente y reitera que la marca está comprometida con cuidarlos de verdad.
Existen varias organizaciones que proveen estas certificaciones evaluando la efectividad de materiales en ciertas áreas. Esto es algo que cualquier empresa textil puede hacer y es una ganancia para las marcas de uniformes médicos.
Muchas compañías pueden manufacturar uniformes con tela que tenga factores de protección, pero si no están certificados para comprobarlo, ¿cómo sabemos si lo que venden es realmente efectivo en ambientes de salud?
¿Puede destacar ejemplos concretos de desafíos comunes que enfrentan los médicos al intentar evitar la transmisión de gérmenes multirresistentes y cómo pueden superarlos de manera efectiva?
Hernández: El simple hecho de atender a un paciente ya implica un riesgo porque son personas que llegan con dolencias y enfermedades. Ahí es donde los profesionales deben estar protegidos desde el primer momento de contacto con un uniforme médico adecuado, una bata médica y tapabocas si se requiere, entre otros elementos.
Igualmente, el personal debe protegerse y cuidarse para no exponer a los pacientes a los riesgos biológicos a los que ellos están expuestos constantemente.
Hay que dejar atrás la ropa formal con una adición de bata médica, que se ve mucho en consultas externas, porque estas prendas no dan la talla para un ambiente de salud que está expuesto a microorganismos, bacterias y gérmenes.
En su opinión, ¿cuál es el papel de la educación continua y la conciencia en la reducción de contagios con gérmenes multirresistentes, y cómo se puede fomentar una cultura de prevención en entornos médicos?
Hernández: Durante la pandemia se entendió de manera extrema por qué debemos considerar el vestuario médico como un elemento de protección personal y cómo usarlo correctamente dentro y fuera de los ambientes de salud. Lastimosamente, a medida que se empezó a mitigar el virus, también se fue evaporando esta cultura de cuidado.
Ahora existe un umbral de entendimiento de peligro bastante alto: Los profesionales toleran demasiados riesgos antes de reconocerlos y tomar acción.
La realidad es que no deberíamos esperar a que llegue la próxima pandemia para retomar las prácticas de salubridad que se establecieron en 2020. Por ejemplo, debemos retomar cosas como no salir de ambientes de salud usando el uniforme de todo el día para no esparcir bacterias y virus, separar los uniformes de la ropa particular cuando se lavan y exigir uniformes con telas especializadas para remover bacterias.
Todo esto se hizo durante la pandemia en momento de emergencia pero ya quedó en el olvido. De hecho, son estas mismas medidas de seguridad las que ayudan a mitigar la propagación de un virus.
Las entidades gubernamentales e instituciones privadas también dejaron atrás muchas exigencias y se han vuelto laxos a la hora de manejar estos riesgos. Cuando se está en un ambiente de salud, la protección a riesgos biológicos no se puede dar por sentado.
Y, aunque los profesionales del sector son conscientes de medidas de desinfección y protección contra riesgos, las instituciones deben volver a fijar parámetros estrictos, hacerlos visibles en todas las áreas de los establecimientos y ser exigentes con su personal sobre el cumplimiento de estos protocolos.
Dado su enfoque multidisciplinario, ¿cómo ha logrado combinar su experiencia en epidemiología con la industria de la moda médica para innovar en la prevención de contagios y mejorar la seguridad de los profesionales de la salud en su entorno laboral?
Hernández: Colorchain empezó justo antes de la pandemia y preparándose para una pandemia. En grandes rasgos, mi experiencia en epidemiología y como médico me capacitó para entender las necesidades desatendidas de los profesionales de la salud. Sobre todo nos enfocamos en las necesidades desatendidas en cuanto al vestuario del personal y lo que al sector le ha hecho falta para equiparlos en caso de un brote.
Nuestra idea siempre ha sido brindarle a los profesionales outfits que les den un alto factor de protección y que los hagan sentir identificados con su institución y con ellos mismos—algo que se suele descuidar en la industria de la salud.
Todas estas soluciones son producto de las experiencias que yo misma viví, los estudios que realizamos a profesionales en Colombia y las dificultades que nos expresaron para encontrar uniformes de buena calidad y estilizados. Por eso hacemos hincapié en desarrollar prendas que tomen en cuenta la moda, que se adapten al cuerpo, que tengan telas que no atrapen el calor y materiales que no se desgasten y decoloren fácilmente.
También lee:
Día Mundial del Lavado de Manos: 6 veces en que debes asearte dentro del consultorio
Buenas prácticas de higiene previenen hasta 70% de las infecciones hospitalarias
Infecciones intrahospitalarias: 1 de cada 20 pacientes adquiere una