Al enterarse de su embarazo, la mujer participa de una serie de creencias populares y lleva a cabo unos cuidados y prácticas con la finalidad de disfrutar de un período de gestación saludable y lograr un parto fácil, ya que es un acto que está rodeado de temor. En México, las creencias y costumbres que se asocian con el embarazo y el parto son muchas y se han ido acumulando con el paso de los años. A continuación, vamos a explicarte algunas de las principales.
En todas las épocas, las creencias y prácticas que giran alrededor del embarazo y del parto están incluidas por factores culturales, con un arraigamiento tal, que se ha demostrado por la antropología médica que es más fácil lograr cambios en la práctica sanitaria que en las creencias y actitudes no solo sobre la gestación y el momento del parto, sino también sobre la etiología y el control de la enfermedad.
Antes, el parto se llevaba a cabo en el domicilio
Anteriormente, el parto se llevaba a cabo en el domicilio de la mujer. Con anticipación, se llamaba a la partera, en quien desde el inicio de la gestación se había depositado una total confianza. Además de ella, los familiares de la parturienta hacían su lucha para que el momento del alumbramiento fuera todo un éxito, valiéndose tanto de medios físicos como preceptos mágicos y religiosos.
Para el momento del parto, una costumbre popular fue emplear una posición arrodillada. Aunque con el transcurso de los años, la mujer adoptó otras posiciones para el acto de parir como, por ejemplo, sentada en una silla especial y ya entrado el siglo XIX también se puso en práctica la posición de litología.
El uso de motivos religiosos estaba muy extendido
En México, para que un parto fuera exitoso fueron muy comunes el uso de Palo de Fresno, excremento de caballo desleidlo en vino, las velas de Nuestra Señora de la Consolación, de Nuestra Señora de la Luz y las de San Ramón Nonato (y también las medallas de este santo).
Lo que está claro es que las creencias y costumbres en torno al embarazo y al parto pueden caer en la categoría de los elementos transmitidos informalmente, donde sorprende que las formas españolas predominen entre los círculos mestizos y los grupos de indios aculturados, debido a que, por tratarse de un sector de “cultura femenina”, podría esperarse que las mujeres nativas continuaran las prácticas de sus propias costumbres y las perpetuaran dentro de esa población mestiza.