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    3 falsos mitos sobre la alimentación infantil que deberías conocer

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    La alimentación infantil es uno de los aspectos del cuidado de un hijo que más suele preocupar a los padres. Aunque las recomendaciones sobre qué deben comer los niños son claras y sencillas, aún a día de hoy, existen numerosos mitos y leyendas que hacen que aún haya en el imaginario colectivo muchas creencias equivocadas sobre lo que creemos que es mejor para nuestros hijos.

    ¿Quieres saber cuáles son esos mitos y leyendas que existen sobre la alimentación infantil? A continuación te vamos a presentar algunos de los más presentes en la sociedad.

    Tu leche no alimenta, uno de los mitos sobre alimentación infantil más extendidos

    Se recomienda que los niños, hasta los 6 meses, se alimenten de forma exclusiva a través de la lactancia materna. De ahí, hasta que el bebé y la madre quieran, junto al resto de alimentos. Aunque muchas madres se habrán encontrado que le han dicho que su leche no es suficiente. En la mayoría de ocasiones, esto no es porque contenga pocas calorías sino porque la producción puede ser insuficiente.

    El huevo y el pescado no se deben introducir antes de los 12 meses

    Este es otro mito sobre alimentación infantil completamente falso. Se sabe que hay una serie de alimentos que es más frecuente que produzcan alergias como el huevo, el pescado, los frutos secos y algunas frutas. Hace años, para prevenir estas alergias, se recomendara que se retrasara su introducción unos meses después de empezar la alimentación complementaria.

    Aunque se ha determinado que un contacto precoz en un niño potencialmente alérgico puede inducir tolerancia más que desarrollarla. Por eso, a partir de los seis meses de vida no debería existir una restricción para este tipo de alimentos, pudiéndose tomar desde el inicio de la alimentación complementaria.

    No le des trozos que no tiene dientes, el mito sobre alimentación infantil más extendido

    Muchos padres (y la sociedad en general) creen que sus hijos no pueden comer trozos hasta que no les salen los dientes y que podrían atragantarse. Aunque la realidad es bien diferente.

    Las encías de un niño pequeño y los músculos que conforman la mordida tienen fuerza más que suficiente para aplastar y masticar alimentos en trozos, siempre y cuando estos sean lo suficientemente blandos. Incluso se recomienda que la introducción de los sólidos se realice de forma temprana en la alimentación complementaria, en torno a los 9 o 10 meses.

     

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