- Hay diferentes factores de riesgo que contribuyen a la disminución auditiva; sin embargo, su diagnóstico suele postergarse hasta que ya es una condición limitante.
- Pacientes con enfermedades crónicas y adultos mayores son grupos vulnerables a este mal.
- La OMS estima que más de mil millones de personas de entre 12 y 35 años están en riesgo de desarrollar problemas de audición debido a la exposición prolongada y excesiva a la música fuerte.
El avance de la tecnología suele tener como objetivo facilitar diversas labores de la vida cotidiana. Aunque la mayoría de las veces lo cumple también puede generar algunos efectos colaterales. En ese sentido, abusar de las recientes innovaciones puede ser contraproducente porque no solo aumenta el riesgo de los problemas de audición sino que también dificulta su detección.
¿Quién no ha disfrutado de una película o de un concierto con la intervención de un sistema de sonido envolvente? En ese momento, pareciera que estamos en primera fila y somos capaces de escuchar a la perfección ruidos imperceptibles en la vida cotidiana. Pero lo que pocos se ponen a pensar es que no es del todo recomendable escuchar los sonidos de esta manera.
Esto es tan solo una muestra de lo que la tecnología puede hacer por nosotros en términos de sonido. Sin embargo, su uso excesivo llega a enmascarar problemas como la pérdida de audición, advirtió la Dra. Adriana Ricalde Sánchez, médico especialista en audiología de Imagenus, centro de diagnóstico médico de alta especialidad.
“Actualmente contamos con muchas herramientas que compensan la pérdida auditiva, la cual ocurre de manera lentamente progresiva en la mayoría de los casos. Por lo tanto, los pacientes solo acuden a consulta para un estudio audiométrico cuando la situación ya es limitante o afecta la comunicación o su trabajo”.
Aunado a la escasa atención que prestamos a nuestros oídos, lo cual debería ser esencial en la cobertura universal de salud de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), existe otro inconveniente. Cuando se experimentan problemas de audición de manera súbita, es común acudir primero con un otorrinolaringólogo y no con un audiólogo.
“Este último recurre a pruebas como la audiometría tonal, que analiza la capacidad de escuchar sonidos; o la impedanciometría, la cual evalúa la función del oído medio ante el estímulo sonoro, así como la movilidad e integridad de la membrana timpánica y la continuidad de la cadena osicular”.
¡Escuchen! No están exentos
Si bien quienes viven con afecciones crónicas y los adultos mayores enfrentan mayor riesgo de desarrollar este tipo de padecimientos, la Dra. Ricalde Sánchez consideró que la incidencia entre los jóvenes va al alza “debido a la alta exposición a ruidos ambientales, uso prolongado de audífonos y presencia de alteraciones metabólicas”.
Incluso la OMS estima que más de mil millones de personas de entre 12 y 35 años “corren el riesgo de perder la audición debido a la exposición prolongada y excesiva a música fuerte y otros sonidos recreativos, lo que puede acarrear consecuencias devastadoras para su salud física y mental, educación y perspectivas de empleo”.
Por ello, es necesario estar alerta a las siguientes señales
- Dificultad para escuchar susurros y/o comprender conversaciones en sitios ruidosos.
- Necesidad de que nos repitan palabras en una conversación.
- Problemas para percibir sonidos agudos y/o graves.
- Necesidad de subir demasiado el volumen de aparatos electrónicos.
- Alteraciones del equilibrio (mareo o vértigo).
Además de moderar el volumen de lo que escuchamos, concluyó la especialista, lo ideal es someternos a una revisión audiológica al menos una vez al año, sin importar la edad. Por desgracia, “es muy poco frecuente que se revise la salud auditiva por prevención, es decir, sin presentar síntomas o que algún familiar refiera una falla habitual al conversar”.
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