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    Médicos que han dejado huella

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    A todos les agradezco mucho tanto su conocimientos médicos como sus tratamientos y don de gentes. Como cada octubre, en el Día del Médico, va para todos ellos un abrazo grande, incluso y especialmente para quienes mencioné en este artículo y que ya se nos adelantaron en el camino.

    “Más vale tarde que nunca”, dice el dicho y aunque el “Día del Médico” ya pasó, siempre es momento de hacerles una celebración a los buenos médicos, como muchos que ha conocido quien esto escribe.

    El primero que me viene a la mente es el doctor Barquín -cuyo nombre de pila se me escapa ahora-, conocido médico obstetra y partero, quien me trajo al mundo a mí y a mis cuatro hermanos, aunque solo sobrevivimos tres, dos hermanas y yo. Su clínica de José T. Cuéllar No. 38, en la Colonia Obrera, era muy socorrida entre los años 50 a los 80. Recuerdo que en casa siempre hablábamos de él con afecto. Siempre miraba a mi papá con recelo y le decía: “No más hijos don Fernando”, a lo que mi padre solo se encogía de hombros.

    Por otro lado, cómo olvidar a mi querido doctor Tobías Erasmo García Pérez (QEPD), médico general y cirujano plástico, a quien conocí siendo niño de siete años y seguí yendo a consulta con él prácticamente hasta su fallecimiento, poco antes de la pandemia. Él siempre fue un médico muy consciente en el precio de su consulta privada, además de que cuidaba a sus pacientes, llevando un registro puntual de cada consulta y medicamentos administrados mucho antes de que esto se pusiera de moda en el gremio.

    Recuerdo que él tenía una sala de espera muy exótica, con paredes pintadas por él mismo, además de cuadros con fotografías de él con su esposa recorriendo el mundo; en esa cochera habilitada como sala de espera había una gran pecera con pirañas, que él alimentaba con los desechos orgánicos que le quitaba a sus pacientes en las cirugías que practicaba ahí mismo. Le gustaba ver el horror de sus pacientes cuando les platicaba esto último.

    No menos recordable es mi querido doctor Ricardo Martínez, reconocido médico internista, a quien conocí en la adolescencia por recomendación de uno de mis mejores amigos de toda la vida, Lorenzo Oregón. Recuerdo que tenía que ir muy temprano para que me atendiera, porque siempre tenía muchos pacientes. Desde las 6:00 horas empezaba la consulta en su casa, al sur de la Ciudad de México.

    Sabiendo eso, yo llegaba muy temprano, a eso de las 5:00 o 5:30 horas, tocaba el timbre, se encendían las luces del portón y, por la hora, muchas veces me tocó ser el primer paciente del día. Él bajaba en pijama, con bata y pantuflas a su consultorio a atenderme y, después, seguía con el resto de los pacientes. También, más de una vez, quizá por mi juventud o porque yo le caía bien, me decía que no era nada por la consulta, y a veces, hasta el medicamento de daba. Hoy ya está retirado, pero sus hijos, médicos también, atienden el consultorio allá por las calles de Acoxpa.

    Tampoco se puede olvidar a mi estimado Enrique Evia Fuentes, médico ortopedista y traumatólogo, a quien conocí siendo niño por un accidente de auto, en pleno Periférico Norte, allá por el rumbo de Santa Mónica, donde todos en mi familia salimos con fracturas. Después de ese triste episodio seguimos viéndolo por muchos años, pues es muy certero tanto en sus diagnósticos como en tratamientos; de hecho, en el transcurrir de los años salvó a mucha gente de entrar a quirófano con sus recomendaciones médicas.

    Incluso, todavía ahora, de vez en cuando, he podido asistir, con mi esposa a consulta con él, aunque después de la pandemia ya cambió su consultorio de la Colonia Portales Sur por uno más elegante en el Hospital Ángeles de Avenida Universidad.

    No puedo dejar de mencionar al queridísimo doctor Armando Garduño Espinosa, jefe del Departamento de Cuidados Paliativos del Instituto Nacional de Pediatría, quien en su consulta particular, en la Colonia del Valle, ha sido médico de mis hijos desde hace casi 20 años. Nadie como él en su calidad humana, entereza, ética y conocimientos médicos, siempre actualizado.

    Nunca olvidaremos el día que sin ningún interés, más que ayudar, fue a ver al hospital a mi hijo menor, recién nacido prematuro, quien estaba grave por padecimientos varios, además de que estaba a punto de entrar a cirugía por una hernia inguinal bilateral. Su consejo experto siempre fue un consuelo para nosotros, a pesar de que él no era el pediatra a cargo de mi hijo en ese trance. Por fortuna, hoy mi hijo tiene ocho años y está sano en general.

    Es de los pocos médicos que resalta la buena alimentación e hidratación y procura evitar el uso de medicamentos si no es necesario. A veces nos ha dado recetas por si el caso se complica, por ejemplo, de antibióticos, con la indicación de solo usarlo si la infección se prolonga durante más días o si empeora el estado del paciente.

    Por último, pero no menos importante, desde hace al menos 25 años acudo a consulta, con todo y familia entera, con la doctora Guadalupe Gutiérrez, médica oftalmóloga del Hospital Ángeles Metropolitano. Siempre la recomiendo porque ella es una excelente especialista, quien también lleva un registro puntual de sus numerosos enfermos y sus padecimientos. Es dura en el trato, regañadora a veces, pero muy consciente de sus pacientes y excelente en diagnósticos y tratamientos.

    A todos ellos, y otros más que no menciono por falta de espacio, les agradezco tanto sus conocimientos médicos como sus tratamientos y don de gentes. Como cada octubre en el “Día del Médico”, a todos ellos va un abrazo grande, incluso para quienes mencioné en este artículo y que ya se nos adelantaron en el camino.

    Estetoscopio

    Si alguien sabe a dónde hay que acudir para ponerse la vacuna anti Covid de refuerzo, por favor avisen. Quien esto escribe ha ido ya a varias clínicas de salud y en todas dicen que la vacuna Cansino para adultos está agotada hasta nuevo aviso. Hasta la próxima.

    Jorge Arturo Castillo es licenciado en Ciencias de la Comunicación (CC) y maestro en Relaciones Internacionales (RI) por la FCPyS de la UNAM. Es socio director de Comunicación CM, desde donde edita medios especializados en las industrias farmacéutica, salud, energía y tecnología. Es profesor de periodismo de la carrera de CC, en la UNAM, desde hace más de 27 años. Es generador de contenidos y ha desempeñado diversos cargos periodísticos en los principales medios de comunicación en México, así como algunos internacionales.

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