En los años 80, el primer profesional que habló de resiliencia fue John Bowlby. Aunque es cierto que fue Boris Cyrulnik quien popularizó el término en su libro “Los patitos feos: resiliencia. Una infancia infeliz no determina la vida”. Pero, ¿en qué consiste este concepto y qué tiene que ver con psicología? A continuación te lo contamos.
Definición de resiliencia
En la naturaleza, la resiliencia se podría definir como la capacidad de un ecosistema de recuperar y volver a su equilibrio anterior después de una catástrofe. En física sería la capacidad de un objeto de recuperar su forma inicial a pesar de los golpes que pueda recibir y a pesar de los esfuerzos que puedan hacer para deformarlo.
En psicología, la resiliencia es la capacidad como seres humanos para adaptarnos positivamente a las situaciones adversas. Dicho de forma vulgar, sería lo más parecido a “entereza”, superar algo adverso y salir fortalecido.
En el terreno de la neurociencia, se entiende que las personas resilientes tendrían un mayor equilibrio emocional frente a situaciones de estrés, con una mayor capacidad de soportar la presión. Esto proporciona una mayor sensación de control frente a cualquier contingencia y una mayor capacidad de afrontar retos.
¿Cómo funciona en la terapia psicológica?
Se debe aceptar la idea de que las personas que acuden a terapia o no son resilientes o no son conscientes de que lo son. Por lo tanto, nos encontraremos, en muchas ocasiones, con el caso contrario a la resiliencia, con personas “asilientes”.
Pero, ¿cómo se puede hacer uso de la resiliencia en la terapia psicológica? Lo primero que se puede hablar es de la figura del “tutor de resiliencia”. Este es un concepto que acuño Cyrulnik en el año 2005 y que incluye a las “personas, instancias, grupos, un lugar, acontecimiento, una obra de arte que provoca un renacer del desarrollo psicológico tras el trauma, que para el herido son el punto de partida para intentar retomar o iniciar otro tipo de desarrollo”.
Pero, ¿puede el terapeuta, realmente, encarnar esta figura en la práctica clínica? Dependerá, fundamentalmente, de su experiencia vital. En la mayoría de los casos, el mero hecho de haber elegido la ayuda terapéutica como forma de vida, nos hace ya, en cierto modo, resilientes o, al menos, nos pone en el camino de desarrollar este mecanismo en nosotros mismos.
Lo que está claro es que el concepto de resiliencia y la figura del “tutor resiliente” son claves en la intervención clínica, sobre todo con personas adultas. Este enfoque terapéutico va siempre acompañado de técnicas de regulación emocional, reflejadas más concretamente en la neuromodulación y el mindfulness o atención plena.