- Los primeros casos de ébola ocurrieron en 1976 en África.
- Hasta ahora no existe una vacuna contra esta enfermedad que es altamente mortal.
- Lo más destacado de la primera guía médica contra el ébola es que hace énfasis en el uso de dos anticuerpos monoclonales en los pacientes.
La actualización es un requisito fundamental para todos los doctores. Los conocimientos no son estáticos y de manera constante aparecen documentos que es necesario conocer. Tal es el caso de la primera guía médica de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para la atención de pacientes con ébola. Uno de los puntos más destacados es que contiene recomendaciones sobre el uso de dos anticuerpos monoclonales que se pueden utilizar.
Breve historia de la enfermedad
El virus causante de esta enfermedad mortal se detectó por primera vez en 1976 con dos brotes simultáneos ocurridos en Nzara (hoy Sudán del Sur) y Yambuku (República Democrática del Congo). La aldea en que se produjo el segundo de ellos está situada cerca del río Ebola y de ahí proviene el nombre.
A partir de entonces se han generado múltiples brotes en distintas zonas de África. Algunos han sido más peligrosos que otros e incluso la OMS decretó en un par de ocasiones una emergencia de salud pública internacional.
Síntomas del ébola
- Diarrea.
- Vómitos.
- Dolor de estómago.
- Sangrado inexplicable.
- Hematomas.
El periodo de incubación del virus oscila entre dos y 21 días. Las personas no transmiten la enfermedad hasta que aparecen los síntomas. Actualmente se considera que el ébola tiene una tasa de letalidad de aproximadamente el 50 por ciento. A la fecha no existe una vacuna y lo único que se puede hacer es ofrecer un tratamiento farmacológico para contrarrestar las molestias del paciente.
Nuevas directrices internacionales
Por lo anterior es que el día de hoy la OMS publicó su primera guía médica para la atención de casos de ébola. Dentro de las principales recomendaciones se encuentra el uso de los anticuerpos monoclonales: mAb114 (Ansuvimab; Ebanga) y REGN-EB3 (Inmazeb).
Con estas nuevas pautas se busca ayudar a los proveedores de atención médica que atienden a pacientes con ébola y a los formuladores de políticas involucrados en la preparación y respuesta a brotes.
Los ensayos clínicos se realizaron durante los brotes de ébola, y el ensayo más grande se llevó a cabo en la República Democrática del Congo, lo que demuestra que se puede aplicar el más alto nivel de rigor científico.
La nueva guía complementa la guía de atención clínica que describe la atención de apoyo optimizada que deben recibir los pacientes con ébola. Desde las pruebas relevantes para administrar hasta el manejo del dolor, la nutrición y las coinfecciones, y otros enfoques que colocan al paciente en el mejor camino hacia la recuperación.
“Esta guía terapéutica es una herramienta fundamental para combatir el ébola. Ayudará a tranquilizar a las comunidades, los trabajadores de la salud y los pacientes, de que esta enfermedad potencialmente mortal se puede tratar gracias a medicamentos efectivos. A partir de ahora, las personas infectadas con el virus del Ébola tendrán más posibilidades de recuperarse si buscan atención lo antes posible”, dijo el Dr. Richard Kojan, copresidente del Grupo de elaboración de directrices de expertos seleccionados por la OMS y presidente de la Alianza para la Acción Médica Internacional.
Las dos terapias recomendadas han demostrado claros beneficios y, por lo tanto, se pueden usar en todos los pacientes positivos confirmados para la enfermedad por el virus del Ébola, incluidas las personas mayores, las mujeres embarazadas y lactantes, los niños y los recién nacidos de madres con ébola confirmado dentro de los primeros siete días después del nacimiento. Los pacientes deben recibir los anticuerpos monoclonales neutralizantes recomendados tan pronto como sea posible después de la confirmación del diagnóstico por parte del laboratorio.
Los medicamentos que NO se deben utilizar
También hay una recomendación sobre tratamientos que no deben usarse para tratar pacientes: estos incluyen ZMapp y remdesivir.
El acceso a ambos tratamientos sigue siendo un desafío, especialmente en áreas de escasos recursos. Estos medicamentos deben estar donde los pacientes más los necesiten: donde haya un brote activo de ébola o donde la amenaza de brotes sea alta o muy probable.
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