Para nadie es un secreto que el cáncer es una de las primera causas de muerte a nivel mundial, según datos de la Organización Mundial de la Salud; en especial en países de ingresos medios o bajos en donde la atención sanitaria para este tipo de dolencias es deficiente.
Pero más allá de cifras y datos estadísticos, el cáncer es una enfermedad real que deja múltiples secuelas físicas y psicológicas en las personas que lo padecen. Los tratamientos oncológicos suelen dejar cicatrices, pérdida de cabello, debilidad y modificar de algún modo la imagen corporal de los pacientes.
Los cambios fisicos hacen mella en la autoestima y el autoconcepto de los pacientes oncológicos, y deriva en trastornos psicológicos como depresión, ansiedad, aislamiento, rechazo, disfunción sexual y en algunos casos, incluso puede predisponer al suicidio.
El problema es que la mayoría de los familiares y pacientes, no cuentan con las herramientas adecuadas para afrontar el duelo que implican los cambios y alteraciones provenientes de los tratamientos oncológicos.
Tomando en cuenta que la imagen corporal es la base de la identidad, las transformaciones físicas abruptas en el curso del tratamiento desde el punto de vista psicológico, se consideran como una pérdida, cuya superación requiere de atención y tratamiento especializado, que en la mayoría de los casos no se recibe.
Por ello, como médico es fundamental que acompañes al paciente y a sus familiares en este difícil proceso, proporcionando técnicas de afrontamiento de sobrellevar la situación y recomendando terapia profesionales de la salud mental que puedan brindar las herramientas adecuadas.
¿Cómo ayudar a mantener la autoestima?
Ahora bien, trabajar la autoestima de un paciente con cáncer es un tema complicado, dados los profundos cambios físicos y psicológicos que implica esta enfermedad. Por lo que hay que establecer reforzamientos positivos desde varios puntos de vista.
En principio, ganar la dura batalla contra el cáncer debe ser visto como un triunfo de vida y una segunda oportunidad. Por lo tanto, se debe fomentar el agradecimiento y el gusto por la vida, a pesar de las circunstancias adversas.
Otro ámbito que debe tratarse, es el familiar y el social. El cáncer implica un profundo cambio en la estructura de la familia y por lo general, el factor económico dado el costo de los tratamientos suele ser un punto de quiebre. En este sentido, la inclusión en un grupo de apoyo con personas que pasan por una situación similar, significa catalizador importante fuera del seno familiar.
Por otra parte, el miedo a la muerte, la ansiedad ante el fracaso del tratamiento y la despersonalización, deben tratarse en paralelo a la baja autoestima. Ya que el paciente no podrá avanzar en un ambiente psicológico hostil en el cual no guarda esperanzas respecto a su futuro. En todo caso, los profesionales de la salud mental son los indicados para tratar este tipo de trastornos y prescribir la medicación adecuada, en caso de ser necesario.
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