En la práctica médica profesional diaria, el control de las emociones es fundamental para los médicos y personal sanitario. Aunque es cierto que también, para hacer un mejor ejercicio profesional, debe tener en cuenta las emociones en los pacientes, sobre todo a la hora de hacer frente a la enfermedad.
Cualquier patología que afecte a un individuo, produce alteraciones físicas propias de la enfermedad, pero también desencadena alteraciones psíquicas. Se trata de una serie de sensaciones, emociones, sentimientos y reacciones psicosomáticas añadidas a la propia enfermedad orgánica real.
Al enfermar, el paciente experimenta reacciones emocionales
Cuando el paciente enferma, se experimentan reacciones emocionales que, como profesional médico, deberas considerar en el abordaje terapéutico. La ansiedad y la depresión, por tanto, surgen como reacciones psicofisiológicas para dar respuesta a estímulos que suponían una amenaza.
Los trastornos emocionales del estado de ánimo son frecuentes en la población, presentándose en un 10-20% de los pacientes con patologías previas, siendo las cardíacas, oncológicas y neurológicas las que tienen cifras más elevadas.
En el proceso salud-enfermedad, el miedo-ansiedad, la tristeza y la ira son las emociones más estudiadas en relación al proceso salud-enfermedad. Estas emociones tienen una función preparatoria para dar una respuesta adecuada a una demanda del ambiente. Cuando existe un desajuste en la frecuencia y en la intensidad, pueden transformarse en patológicas.
En pacientes en fase terminal, las emociones están a flor de piel
Para los pacientes en fase terminal, la enfermedad avanzada y el final de la vida supone un impacto emocional importante tanto en el enfermo como en su entorno afectivo. Aparece sufrimiento emocional, al cual hay que dar “tratamiento” dentro del abordaje holístico que ofrecen los cuidados paliativos.
Entre los objetivos de la atención a las emociones de los pacientes y a las personas de su entorno afectivo se encuentran:
- Facilitar tratamiento integral y de calidad hasta el final de la vida.
- Facilitar un final de la vida libre de malestar y sufrimiento evitable.
- Detectar y potenciar los recursos personales y sociales de las personas implicadas.
- Aumentar la confianza en los profesionales sanitarios.
- Prevenir complicaciones psicológicas.
En definitiva, se puede decir que las emociones influyen mucho en la relación entre el médico y el paciente y existen ciertas evidencias que apuntan a que:
- Las emociones negativas suponen un riesgo para la salud.
- Los episodios emocionales agudos pueden agravar ciertas enfermedades.
- Los estados emocionales crónicos afectan a los hábitos de salud.
- Las emociones pueden distorsionar la conducta de los enfermos.
- Material dirigido solo a profesionales de la Salud
- Información realizada para profesionales de la salud en territorio latinoamericano
- Todo lo publicado en la plataforma es una recomendación, más no una prescripción o indicación médica