Se estima que en Colombia 3,460 personas padecen enfermedades relacionadas con el trabajo y se reportaron alrededor de 600 mil accidentes laborales. Es mucho el dinero, en términos económicos, que se pierde como consecuencia de enfermedades y accidentes laborales, que pueden ocasionar pérdida de personal calificado, ausentismo y descenso en la productividad, además, de costosas jubilaciones anticipadas.[1]
Y en el mundo de la salud, esta realidad no es diferente, las estadísticas sobre las enfermedades que padecen los estudiantes de medicina y el médico practicante, no son muy diferentes a las que padece la población en general; sobre todo si tenemos en cuenta su contacto con ambientes que favorecen las enfermedades y las infecciones, que los hacen víctimas de sufrir padecimientos y riesgos para la salud, a pesar de las normas nacionales e internacionales que pretenden regular la actividad médica y sus riesgos.
Es muy lamentable observar en los hospitales y clínicas del país cómo algunos miembros del personal médico, son negligentes en algunos aspectos sanitarios fundamentales: el uso de batas limpias, el uso de gorros y cubrebocas, el aseo de manos, etc.; es verdad que no son todos los integrantes de la comunidad de la salud, los que realizan estas prácticas, pero con el menor descuido son muchas las personas que pueden verse afectadas.
Por siglos, nuestra educación se ha fundamentado en la enfermedad: vamos al médico únicamente cuando sentimos una dolencia, en lugar de llevar una vida sana para mantener la salud; visitamos al odontólogo sólo cuando nos duele una muela, en lugar de prevenir las enfermedades dentales siempre, nos hacemos análisis ante una alarma y andamos comprando productos “milagrosos” para adelgazar, en lugar de hacer ejercicio y alimentarnos sanamente todos los días.
La Organización Mundial de la Salud, nos dice una y otra vez, que el estado de salud se debe cultivar a diario, que una gota de prevención es mejor que un litro de tratamiento, que la prevención es mucho más económica que un buen tratamiento para curarnos de una enfermedad; que las vacunas han ayudado a prevenir y controlar enfermedades y que las infecciones intestinales y las broncopulmonares van disminuyendo paulatinamente mientras surgen las enfermedades crónicas como una grave amenaza, que es necesario controlar desde el inicio de la vida.
Por eso está abierta la invitación a los estudiantes de medicina y a los médicos en todas las especialidades a reflexionar sobre su salud personal y la de sus familias, sobre sus hábitos alimenticios y de actividad física, tanto como a observar y corregir los hábitos nocivos para la salud, como lo son el sedentarismo, el alcoholismo, el tabaquismo; la misión de todo el personal de la salud es prevenir y curar los males de sus pacientes, pero también lo es, convertirse en un modelo de salud digno de imitarse, en todos los ámbitos: higiene personal, cuidado de la salud y prevención de enfermedades crónicas.
¿Has elaborado tu propia historia clínica?, ¿Cómo es tu alimentación, tu actividad física, tu control del estrés, tu descanso?, ¿Tienes algún hábito nocivo para tu salud?, ¿Controlas tus niveles de glucosa, colesterol, la presión arterial? Si no llevas ningún control sobre ello, es hora de empezar. Tú eres el único responsable de cultivar, cuidar y mantener tu salud y la de los tuyos.
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