Los beneficios de la actividad física y el ejercicio para la salud tanto de hombres como mujeres son irrefutables. En los últimos años ha crecido la evidencia que avala la importancia de mantener un estilo de vida activo y se considera que el ejercicio regular y la actividad física forman parte de un grupo de medidas preventivas primarias y secundarias a más de 20 condiciones crónicas médicas, en las que se incluyen la enfermedad cardiovascular y la mortalidad prematura1.
Actividad física, ejercicio y sedentarismo
La actividad física es el más amplio de estos conceptos y se define como “cualquier movimiento corporal producido por los músculos esqueléticos y que resulta en gasto energético”. El ejercicio es un subconjunto de la actividad física en la que se dan las siguientes características: “es planeado, estructurado y repetitivo, se realiza con el fin de mejorar o mantener uno o más de los componentes de la aptitud física”. Es importante aclarar que, no todos los tipos de actividad son ejercicio, pero la actividad física y el ejercicio contribuyen a mejorar la aptitud física2.
El sedentarismo es un estilo de vida que se caracteriza por la inactividad física o la falta de ejercicio. Desde el punto de vista de gasto energético, aquel individuo que no genera un gasto energético de aproximadamente 720 kcal por semana3.
Efectos protectores de la actividad física en la mujer
El efecto protector de la práctica de la actividad física regular en la prevención de problemas de salud como el cáncer, viene siendo estudiado con mucho interés4. Las investigaciones han demostrado una reducción del 25% del riesgo medio de cáncer de mama en mujeres físicamente activas, efecto protector independiente del estado menopaúsico5. Este efecto protector parece estar mediado por la disminución de masa grasa (fuente principal de estrógenos en la posmenopausia) y en algunos casos por la alteración del ciclo menstrual que se presenta en algunas mujeres activas con baja ingesta calorica6.
Muchas investigaciones consideran que la actividad física y el ejercicio son determinantes del equilibrio energético y por tanto de la adiposidad7. Tanto la adiposidad como la obesidad son factores de riesgo cardiovascular establecidos. En la población femenina se estima que un 25% de los casos de enfermedad cardiovascular, es atribuible al exceso de peso y que cada kilogramo de peso ganado aumenta el riesgo de cardiopatía coronaria en un 3%. Por lo cual, se considera que una vía por la cual la actividad física atenúe el riesgo cardiovascular sea a través de la regulación del peso corporal8.
El ejercicio durante el embarazo
Históricamente se ha considerado que las mujeres embarazadas son más vulnerables y por ello se les recomienda reducir su nivel de actividad física. En 2002, el Colegio Americano de Obstetras y Ginecólogos (ACOG) actualizó sus recomendaciones y el ejercicio durante el embarazo fue menos restrictivo.
El ejercicio durante el embarazo contribuye a niveles de glucosa más bajos, controla el peso materno y disminuye el riesgo de recién nacidos grandes para la edad gestacional9. La actividad física proporciona un efecto preventivo sobre el desarrollo de la preeclampsia y las complicaciones hepertensivas10.
Dosis óptima de actividad física
Recientes revisiones han demostrado que 15 minutos por día de actividad física, confieren una reducción de aproximadamente 14% del riesgo para la mortalidad por todas las causas y por cada 15 minutos adiciones con un máximo de 100 minutos al día se logra una reducción de riesgo del 4% adicional para todas las causas de mortalidad y un 1% para mortalidad por cáncer total11.
Cualquier programa de ejercicio debería apuntar a cumplir de 30 a 60 minutos de ejercicio al día, en la mayoría de los días de la semana, sin embargo, es ideal comenzar de manera lenta y progresiva para evitar deserción, molestias músculo-esqueléticas y lesiones articulares12. Caminar es la forma más fácil para iniciar un programa de ejercicios; además es una actividad segura, accesible y relativamente económica respecto a otros tipos de ejercicio.
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