En la historia reciente, son pocos los hechos que han tenido un impacto sanitario como el que está suponiendo la pandemia por COVID-19. La pandemia hace suponer un punto de inflexión del que debe surgir un sistema sanitario diferente, que se adapte a las condiciones del nuevo contexto, del que emergerá una nueva etapa.
Es lógico pensar que estamos frente a una oportunidad de la que podría surgir una Atención Primaria fortalecida, en la que se pudiera jugar un papel de liderazgo en el sistema público de salud. Pero, de nuevo se impone la realidad: el papel tan necesario que está realizando la Atención Primaria en esta crisis, el compromiso que demuestran los profesionales con los ciudadanos, es un trabajo en solitario1, a la sombra del hospitalocentrismo.
“Los médicos de familia son el primer contacto de los pacientes frente a la epidemia; como miembros respetados y dignos de confianza de la comunidad pueden facilitar el conocimiento de la enfermedad y pueden, a través de sus consultas y a través de su compromiso con las autoridades, comunicar los riesgos y las posibilidades para mitigarlos de forma segura y confiable”. Como lo dice el presidente de WONCA, Donald Li1. Pero ante esta evidencia, cuando la Atención Primaria podría ser líder en la respuesta sanitaria frente a la amenaza de la pandemia, la respuesta de los sistemas de salud es diferente.
Es reconocido por todos que la Atención Primaria posee en su longitudinalidad, accesibilidad y continuidad de cuidados, cualidades inmejorables para responder a situaciones de epidemia2, hecho que se ha demostrado en epidemias como las del Ébola, reconocidas en la nueva declaración para la Atención Primaria de Astana3.
Sin embargo, algunos países han decidido enfocarse en el hospital, en los respiradores mecánicos, en las Unidades de Cuidados Intensivos y en los Hospitales de Campaña, dejando de priorizar la recuperación en la comunidad y el domicilio como espacio de intervención. En países como Reino Unido, se ha apostado por la atención virtual a distancia, complementada con asistencia presencial, en el centro o a domicilio, en aquellos casos que precisen dicha atención y liderada por la Atención Primaria4.
A la Atención Primaria no se le reconoce como prioridad y es relegada a un segundo planto en la toma de decisiones. Y no se le reconoce, tampoco, el papel jugado en esta crisis, al igual que no se reconoce a los miles y miles de personas en seguimiento telefónico y domiciliario con COVID-19 desde la Atención Primaria.
Pese a ello, no se debe caer en la frustración o en la desidia. La crisis del COVID-19 debe ser una oportunidad de cambio, de iniciar una nueva etapa fortalecidos. Cumpliendo a cabalidad con las cuestiones que llegaron para quedarse: como, en el ámbito de la seguridad de profesionales, de la atención a dispositivos socio-sanitarios, la incorporación de la tecnología a citas no presenciales o las mejoras en medidas de desburocratización.
Son muchos los profesionales de la salud infectados en esta crisis. Muchos de ellos han afrontado la crisis sin las medidas de protección adecuadas y con protocolos de actuación no tan convenientes. Por ello, esta nueva etapa tiene que ser una etapa segura para los usuarios, pero también para los profesionales5. No podemos consentir que en el futuro la Atención Primaria no disponga de medios de protección como mascarillas, material de higiene de manos, equipos de protección individual, o test diagnósticos adecuados.
Otra exigencia, debe ser la incorporación de nuevas tecnologías en la comunicación entre profesionales de la salud y pacientes. En esta época de globalización y de comunicación digital, no es comprensible que la atención no presencial mediante videollamadas o sistemas homologables no se hayan incorporado a la atención sanitaria que se presta a los pacientes. Debe darse el salto e incorporar y adaptar el área de tecnología de la información sanitaria a las necesidades y no al contrario. Sin olvidar la prioridad que debe darse al trabajo que se presta en los pequeños consultorios rurales, muchos de ellos sin acceso a internet y sin personal administrativo, dificultando la organización de la asistencia no presencial o telemática. Por lo que es necesario dotarlos de los medios suficientes para poder prestar una asistencia de calidad en todos los ámbitos asistenciales.
Al mismo tiempo que se elimina lo innecesario, aquello que hace que se desvíe la atención del paciente, consolidar y desarrollar las mejoras que se han logrado en las tareas burocráticas.
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REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
- La soledad de la Atención Primaria ante la pandemia. El Gerente De Mediado. 2020 [consultado 26/11/2021]. Disponible en: https://gerentedemediado.blogspot.com
- Minué Lorenzo, S. Contra el coronavirus, más Atención Primaria que nunca. Actualización en Medicina de Familia. 2020 [consultado 07/05/2020]. Disponible en: https://amf-semfyc.com/web/article_ver.php?id=2626
- Kraef C, Kallestrup P. Afterthe Astana declaration: is comprehensive primary health care set forsuccess this time? BMJ Glob Health. 2019;4: e001871. Doi: 10.1136/bmjgh-2019-001871
- Greenhalgh T, Koh GCH, Car J. Covid-19: a remote assessment in primary care. BMJ 2020; 368: m1182. Doi: 10.1136/bmj.m1182.