La robótica puede ayudar a los médicos a ser mejores, más precisos y compasivos. Al menos, ese es el propósito de la última invención de un equipo de investigadores del London Imperial College: robots capaces de producir expresiones faciales de dolor totalmente realistas.
El invento permitirá a los profesionales sanitarios un método mejorado “para practicar con pacientes potenciales
Los responsables de estas expresivas máquinas explican en el comunicado oficial que el propósito de este enfoque. Es proporcionar a los profesionales sanitarios un método mejorado “para practicar con pacientes potenciales”. Gracias a sus rostros, los médicos podrían reducir los errores y sesgos durante los exámenes físicos.
Entre las ventajas de estos robots capaces de expresar dolor en la cara, los sanitarios podrían detectar pistas ocultas en las expresiones faciales de los pacientes. Minimizar la fuerza necesaria para las revisiones clínicas y también ampliar su punto de vista, exponiéndolos a una mayor diversidad de identidades.
Los hallazgos, publicados en Scientific Reports, resaltan la importancia de comprender las expresiones faciales de dolor. “Es un paso clave para mejorar la calidad de la capacitación en exámenes físicos para estudiantes de medicina”. Apunta Sibylle Rérolle, principal autora del estudio.
Las diferentes regiones de una cara robótica: la expresión de dolor más precisa
Para la investigación se pidió a estudiantes universitarios que llevasen a cabo un examen físico del abdomen de un paciente robótico. Los datos sobre la fuerza aplicada al abdomen se utilizaron para desencadenar cambios en 6 regiones diferentes de la cara robótica, conocidas como MorphFace. De este modo se pudieron reproducir las expresiones faciales relacionadas con el dolor.
Gracias al método se descubrió el orden en que las diferentes regiones de una cara robótica, conocidas como unidades de activación facial (AU). Deben activarse para producir la expresión de dolor más precisa. También averiguaron la velocidad y la magnitud más apropiadas de la activación de la AU.
Los rostros más realistas sucedieron al activar las AU de la parte superior de la cara, en torno a los ojos. Seguidas de las de la parte inferior de la cara, situadas alrededor de la boca.
Un dato interesante para combatir los sesgos es que la manera en la que los participantes percibían el dolor del paciente robótico dependía de las diferencias étnicas y de género entre el participante y el paciente. Los sesgos de percepción influían en la fuerza ejercida durante el examen físico.
El estudio arroja que los participantes blancos percibieron que las expresiones faciales con demoras más cortas eran más realistas en las caras robóticas blancas. Mientras que los participantes asiáticos percibieron que las demoras más largas eran más realistas.
El sesgo afecta a la fuerza porque los participantes aplican una presión más constante cuando perciben que el robot muestra expresiones de dolor más realistas.
La expresión facial del paciente es clave
La retroalimentación del dolor que padece el paciente mediante sus expresiones faciales es importante. Y muy pocos simuladores han logrado en la actualidad entrenar a los médicos en formación con este dato. Además, hay serias limitaciones de diversidad étnica y de género.
“Los sesgos subyacentes podrían llevar a los médicos a malinterpretar la incomodidad de los pacientes. Lo que aumenta el riesgo de maltrato, impacta negativamente en la confianza médico-paciente e incluso causa la mortalidad”. Señala Thilina Lalitharatne, coautora del estudio.
La investigadora sugiere que un enfoque futuro asistido por robots puede ser positivo para capacitar a los estudiantes de medicina a normalizar las percepciones del dolor expresado por pacientes de diferentes etnias y géneros.
Es uno de los múltiples avances en robótica aplicada al campo de la medicina. En los últimos tiempos han salido a la luz nanorrobots capaces de viajar por las entrañas del organismo para diagnosticar enfermedades, robots cirujanos capaces de operar sin ayuda humana o autómatas hiperrealistas que sangran y lloran para que los profesionales puedan practicar.
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