El sociólogo Erving Goffman escribió en su libro Internado que dentro de las instituciones totales uno de los medios más efectivos de desbaratar la economía de acción de una persona es obligarla a pedir permiso para las actividades menores que cualquiera puede cumplir por su cuenta en el mundo exterior, tales como fumar, ir al baño o comer.
En cualquier sistema autoritario, para dominar a una persona es importante disminuir al máximo su autonomía. En nuestras residencias médicas es una práctica habitual que los residentes de mayor jerarquía limiten el horario de comida, el número de alimentos o incluso que prohíban comer a sus residentes subordinados. Esto con la única intención de someterlos.
Dentro de nuestra Norma Oficial vigente (NOM-001-SSA3-2012) se establece que las unidades médicas deben contar con comedor (numeral 6.9). También, cuando se enumeran los derechos de los médicos residentes se mencionan que deben de recibir alimentación durante la jornada de trabajo y las guardias (numeral 10.7).
La primera norma que reguló las residencias médicas en México fue la Norma Técnica 76, publicada en 1986. En ella no sólo se establecía que los residentes tenían derecho a alimentación, sino que esta debía de ser completa, técnicamente balanceada y de buena calidad. Esta redacción se cambió y por una razón que desconozco se suprimió la parte de completa, balanceada y de buena calidad. Hoy en día, la realidad es que muchos residentes no reciben alimentos durante su jornada o se les priva de los mismos por costumbres ridículas e ilegales. De aquellos que reciben alimentos durante su jornada deberíamos preguntarnos ¿Cuántos los reciben de manera completa, técnicamente balanceada y de buena calidad?
El recibir alimentos durante su jornada laboral es un derecho de los médicos residentes. En ocasiones este derecho se ve violado por las instituciones que no tienen servicio de comedor, por los superiores que prohíben que el médico vaya a comer o una combinación de ambos. Es increíble que dentro de una residencia médica no se considera a la alimentación como una actividad fisiológica básica para el buen desempeño de un trabajador.
En nuestro sistema de residencias hasta los actos más inocentes están cargados de significado. El caso de la comida no es la excepción. En la alimentación también se manifiesta la dominación y el autoritarismo. Además de los problemas relacionados con uso del comedor y la prohibición de comer encontramos otras prácticas como la de que el de menor jerarquía tiene que pagar la comida de sus superiores o tiene que salir a comprar la comida a la calle a pesar de ser el que tiene más trabajo. Desde mi perspectiva la mayoría de estos problemas no se solucionaran con normas más estrictas sino con un cambio cultural. La alimentación es una necesidad ineludible, en ocasiones nos tenemos que saltar una comida por la carga de trabajo, pero no debemos de hacer de la comida una práctica de dominación. Es mi opinión que para prestar un buen servicio médico es necesario que el personal de salud se encuentre en las mejores condiciones posibles y comer y dormir resultan ineludibles, por lo que debemos de preguntarnos. ¿Cómo duermen y cómo comen nuestros residentes?
Si te interesó mi columna, te invito a leer mis libros: En la residencia médica y De víctima a tirano: crónica del R2, publicados en Amazon.mx en formato físico y digital o sígueme en mi cuenta de twitter: @Sarmientomau.