La Asociación Americana de Psicología (APA) define la fatiga de la compasión como el agotamiento emocional y físico que lleva a que la persona sienta menos empatía o compasión por los demás. También se la llama estrés traumático secundario, o el costo negativo de preocuparse por el otro.
Puede ser el resultado no solo de un estrés extremo, sino de un estrés a repetición, que pasa a formar parte de la vida cotidiana, generalmente a través de un trabajo o de un voluntariado.
La fatiga de la compasión puede presentarse en cualquier persona
La fatiga de la compasión puede presentarse en cualquier persona, pero es más frecuente en aquéllos que cuidan de otros, desde cuidadores familiares y personal de hogares de vida asistida, hasta profesionales de salud. En las personas que se enfrentan a diario, como durante la pandemia de COVID-19, con situaciones emocionales extremas, que coquetean con la vida o muerte.
Todos están expuestos: voluntarios de tiempo parcial o empleados en organizaciones caritativas de tiempo completo. Es la cercanía a la dolorosa realidad, ante la cual hay que poner buena cara, y trabajo arduo y constante.
De hecho, es una afección democrática, puede aparecer en personas de todas las razas, edades y credos.
El común denominador es tal vez el trabajo con el cuidado y la atención del otro, ya sea en un banco de comidas, en enfermería o en una unidad de terapia intensiva.
Según el Compassion Fatigue Awareness Project (Proyecto de Concientización sobre la Fatiga de la Compasión), las señales de la fatiga de la compasión pueden ser similares a otras afecciones, e incluir:
- Sentirse agobiado por el sufrimiento de los demás
- Negar ese sufrimiento, e incluso culpar a otros por su sufrimiento
- Perder el placer por las pequeñas cosas
- Sentir que se trabaja más, pero se logra menos
- Sentirse irritable más fácilmente
- Dificultad para concentrarse
- Insomnio y pesadillas
- Fatiga física y mental
- Reprimir las emociones
- Sentimientos de desesperanza o impotencia
- Quejarse con más frecuencia sobre el trabajo y la vida
- Comer en exceso
- Uso excesivo de drogas o alcohol
- Desentenderse del cuidado personal
La crisis de COVID-19 sigue siendo relativamente nueva, pero la fatiga de la compasión no lo es
Si este estado perdura, puede afectar la vida diaria y profesional, la persona comienza a recibir quejas de sus seres queridos y de sus jefes en el lugar de trabajo.
La misma fuente agrega que la negación es uno de los síntomas más perjudiciales “porque evita que aquellos que están experimentando fatiga por compasión evalúen con precisión qué tan fatigados y estresados están en realidad, lo que les impide buscar ayuda”.
La crisis de COVID-19 sigue siendo relativamente nueva, pero la fatiga de la compasión no lo es. Ya se observó y estudió en personas que trabajan con víctimas de tortura, terrorismo, eventos masivos como guerras o más íntimos como la violencia doméstica.
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