De acuerdo con el estudio “Prevalencia mundial de amputaciones traumáticas no mortales de miembros” publicado por el Centro Nacional para la Información Biotecnológica de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos existen alrededor de 58 millones de personas que viven con amputación de extremidades por causas traumáticas en todo el mundo. Para ayudar en la recuperación tanto física como emocional existe el círculo de tratamiento protésico.
La organización Coalición de Amputados considera que tras una cirugía es importante tomar una decisión acerca de si una prótesis será la mejor opción para el paciente según sus actividades.
“No hay una prótesis mágica, por muy sofisticada que sea, tiene que pasar por un proceso de adaptación y adaptabilidad. Los pacientes creen que con una prótesis cara ya van a caminar, pero esto no es así, por ello, es muy importante platicar y conocer muy bien al paciente”, explica José Luis Aguilar Ramírez, presidente del Colegio Mexicano de Ortesistas y Protesistas Profesionales.
Actualmente la protetización tiene como principal objetivo integrar al paciente a la vida cotidiana. Para ello es esencial lo que se conoce como el círculo de tratamiento protésico. Se trata de un equipo multidisciplinario compuesto por terapeuta, psicólogo, protesista, entre otros. Además es un proceso que está compuesto por ocho fases.
Procedimiento a seguir
El primer paso es la valoración por un protesista y el médico encargado de la amputación o lesión para verificar las necesidades de acuerdo con su edad, peso y actividades diarias, además de determinar el tiempo aproximado de recuperación y rehabilitación.
Una vez que se determina si es viable la prótesis, se inicia la terapia pre protésica para fortalecer y tonificar el muñón, con un especialista en rehabilitación (médico o fisioterapeuta) que asesora al paciente acerca de los ejercicios que debe realizar.
En la etapa de recomendación, el protesista vuelve a revisar el muñón y realiza una serie de preguntas para poder evaluar el nivel de actividad que tendrá el paciente con la prótesis. Basándose en este análisis, el especialista determina el tipo de prótesis ideal, los componentes necesarios para esta y se calculan los precios y materiales.
Para la toma de medidas, el muñón debe estar completamente cicatrizado y la terapia debe de continuar sin pausarse, en este momento el protesista toma por medio de un molde en yeso o fotografías digitales todas las medidas necesarias del muñón para hacer su socket de prueba, es decir, la conexión entre el muñón y el resto de la prótesis.
Ya en la producción, el molde sirve al protesista para realizar las primeras pruebas con un socket que no será el definitivo, este servirá para que el paciente se adecue a la prótesis y determinar en qué puntos del muñón se distribuye el peso y así evitar dolores o roces.
Después se realiza una prueba durante seis a ocho semanas en búsqueda de cualquier ajuste necesario a la prótesis a fin de que le sea cómoda al paciente, ya que los cambios físicos más importantes del muñón se presentan en este primer lapso de tiempo. Una vez que el paciente se siente 100 por ciento cómodo y seguro con estos ajustes se fabrica el socket definitivo.
Con la prótesis lista se inicia la rehabilitación post protésica en la que el paciente tiene que aprender a modificar y controlar su movimiento, realizar ejercicios repetitivos y entrenamiento para llegar a realizar sus actividades diarias; mientras que, en la etapa de control de calidad, el paciente debe de ser honesto sobre el desempeño de su prótesis para realizar algún cambio si es necesario.
El control continúo es la última fase y es muy importante, aunque muchos pacientes incumplen porque deben mantenerse en comunicación con su protesista y avisar ante cualquier cambio en la comodidad o desempeño de la prótesis.