En esta columna hemos insistido siempre que el país cuenta, desde hace décadas, con una industria sólida, robusta y seria capaz de abastecer al sistema de salud mexicano, y no solo eso, sino incluso de exportar a otros países y regiones del mundo.
El tercer repunte de la pandemia por fin llegó. Éste se esperaba después del periodo vacacional de Semana Santa. Tardó mucho en llegar, pero al final se hizo presente en nuestro país y a las autoridades sanitarias no les quedó más remedio que reconocer que las estadísticas estaban hacia arriba, de nuevo.
A pesar de ello y de las nuevas variantes del virus, algunas de ellas súper contagiosas, como la Delta, el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) ha reiterado, cada vez que tiene oportunidad, que los niños deben regresar a clases presenciales a finales de agosto.
El primer mandatario también ha dejado ver que no habrá vacunas anti Covid para el grupo de adolescentes entre 12 y 17 años, para el cual ya hay un biológico aprobado para uso de emergencia, el de Pfizer, por parte de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris).
Pero López Obrador dice que no hay necesidad, que los niños y adolescentes casi no se enferman, y para muestra, refirió el caso de su hijo menor, Jesús Ernesto, de 14 años, quien recientemente enfermó de Covid-19, pero la pasó leve, casi como un catarro. De ahí el presidente infiere que no es necesario vacunar a este grupo (por cierto, cuando hizo este anuncio nunca se aisló, como debió haber sido por protocolo sanitario, solo presumió la efectividad de las vacunas, pues él no volvió a enfermarse).
Y para no salirse de su guión, también ha subrayado que no hay que estar haciendo caso de lo que dicen las farmacéuticas, porque solo quieren vender “y hacer negocio” a expensas del gobierno de México, pues ahora también dicen que algunas vacunas no solo precisan de una segunda dosis, sino de un tercer refuerzo.
Hugo López-Gatell, subsecretario de Salud, muy en su estilo, le ha hecho segunda a su jefe máximo al decir que “no hay evidencia científica suficiente” para asegurar que se necesitan de dosis adicionales de refuerzo ni tampoco que haya necesidad de vacunar a los adolescentes.
Ya sabemos la tendencia de este gobierno de culpar de todo a las farmacéuticas y a sus afanes comerciales. Lo cierto es que hasta la fecha esta administración no ha sido quién para poner orden en las compras masivas de medicamentos, y lejos de ello, más bien ha instalado un caos de proporciones nunca antes vistas, que será difícil de reconstruir, sobre todo si sigue con su misma política de conseguir los medicamentos en otras latitudes.
En esta columna hemos insistido siempre que el país cuenta, desde hace décadas, con una industria sólida, robusta y seria capaz de abastecer al sistema de salud mexicano, y no solo eso, sino incluso de exportar a otros países y regiones del mundo.
Ante ello, lo mejor es actuar de manera personal. Ante la pandemia, estemos vacunados o no, lo mejor es protegernos al máximo, conservando las medidas sanitarias repetidas hasta el cansancio a lo largo de la pandemia, sobre todo el uso del cubre nariz y boca, la sana distancia y quedarse en casa, si puede hacerlo.
Y si usted tiene hijos menores de edad, mejor no los mande a las clases presenciales, al menos hasta que tengan la vacuna, o bien, hasta que se logre en México la llamada inmunidad del rebaño, que quizás se pueda alcanzar hacia finales de año o principios del 2022.
Recuerde que estamos en una pandemia como no había visto el mundo en más de 100 años, así que tenemos que tomarla como tal, como algo serio que no acabará pronto, que cobra víctimas y genera muchos muertos: en México llevamos alrededor de 240 mil fallecimientos por Covid en números oficiales -el cuádruple según “el peor escenario” de López-Gatell-, pero sabemos que hay un importante subregistro, del que pronto hablaremos.
Estetoscopio
Seguimos sin ver una estrategia clara para contener este tercer repunte. Parece que la solución mágica es vacunar, vacunar y vacunar, pero eso lleva tiempo y, además, hay muchas personas que no quieren inmunizarse, por lo cual debería haber un plan claro para que la sociedad mexicana sepa cómo actuar. Por otro lado, ahora el semáforo epidémico dejó de tener sentido, pues así estemos en rojo todas las actividades seguirán igual… ¿Alguien entiende el sentido de esto? Por favor que me lo expliquen.