1 de cada 4 personas sufre complicaciones posteriores al COVID-19. Lo que es aún más impactante es que casi el 72% de las personas que se han recuperado sufren algún nivel de daño en sus órganos vitales. Como fatiga crónica, fibrosis pulmonar, problemas cardíacos y dificultades respiratorias, que son la base de los trastornos respiratorios.
El síndrome post COVID puede requerir atención médica
La lista de síntomas persistentes posteriores al COVID no solo aumenta la carga de la enfermedad. Sino que también puede requerir atención y apoyo crónicos e incluso degradar la calidad de vida con el tiempo.
Por lo tanto, te contamos en detalle sobre la amenaza multiorgánica y las múltiples implicaciones que conlleva para la salud de tus pacientes EL POST COVID-19
Sistema respiratorio
La fatiga y la dificultad para respirar son dos de los síntomas de COVID prolongados más comúnmente informados por los pacientes, independientemente de su edad. Los problemas respiratorios también pueden afectar el funcionamiento diario. Todos estos son consecuencia del ataque del virus a los sacos respiratorios, los tejidos pulmonares y las cicatrices del pecho. Un ataque severo también podría causar problemas inflamatorios, enfermedades respiratorias crónicas y problemas de pecho a largo plazo.
Corazón y salud cardíaca
Un estudio publicado en JAMA Cardiology descubrió que el 78% de los pacientes con COVID regresan quejándose de dolencias cardíacas. De hecho, el corazón es uno de los órganos más afectados por el virus. Desde función reducida, alteración del flujo sanguíneo, frecuencia cardíaca anormal, palpitaciones, miocarditis (inflamación cardíaca) hasta insuficiencia cardíaca experimentada por personas mayores.
El cuidado cardíaco posterior a COVID es definitivamente algo que requiere atención.
Los médicos ahora también exigen a los pacientes de entre 20 y 30 años que se sometan a exámenes preventivos y controles para descartar problemas desde el principio. Los pacientes más jóvenes que se han recuperado de COVID también tienen un mayor riesgo de desarrollar coágulos de sangre, que pueden afectar directamente el flujo sanguíneo y causar otros problemas y daño a los órganos.
Sistema inmune
Si bien un sistema inmunológico saludable determina qué tan fácil o rápido se recupera del COVID-19. El sistema de defensa natural del cuerpo también se ve afectado después de combatir el virus.
Se ha observado que después del COVID, los pacientes, especialmente los transportistas de larga distancia. Son excepcionalmente vulnerables a las complicaciones, la inmunidad frágil (especialmente con la edad) y tienen muchas más probabilidades de enfermarse de infecciones y enfermedades crónicas más rápido que los que nunca antes habían tenido COVID.
En las etapas graves (antes y durante la recuperación), el virus SARS-COV-2 puede crear citocinas inflamatorias. Las cuales pueden causar daño multiorgánico y generar complicaciones adicionales más adelante para el paciente. Por lo tanto, las señales de advertencia y las banderas rojas deben identificarse a tiempo y deben tomarse las medidas oportunas.
Riñones
El impacto del virus en la salud renal de una persona aún no se ha discutido en detalle. Ya que muchos expertos se preocupan, el daño y los efectos secundarios podrían ser profundos.
Desde la presión arterial elevada y los niveles de azúcar, la función inmunológica deteriorada, el metabolismo deficiente, todos estos parámetros vitales pueden tener un impacto en la función renal.
Se ha descubierto que los pacientes que han sido hospitalizados por COVID-19 tienen una función renal reducida, micción menos frecuente y tienen un mayor riesgo de desarrollar disfunción renal, daño después del ataque de COVID. Al igual que las dolencias cardíacas, también se ha observado daño renal excesivo en personas sin riesgo comprobado previo de dolencias renales o degradación relacionada con la edad.
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