Las emociones pueden afectar nuestro organismo, debido a las señales de inestabilidad que le damos a nuestro cerebro. Especialmente porque las células actúan con la información que recoge a través de los neurotransmisores.
Por tanto, si los estados anímicos son bajos, los pensamientos son negativos y la forma de ver el mundo se torna gris, en forma constante, se genera cambios importantes en las funciones fisiológicas y orgánicas de nuestro cuerpo, haciendo daño.
Las emociones surgen como respuesta adaptativa a diferentes estímulos del entorno. Es así, como la tristeza, el miedo, la ansiedad, la ira y la repulsión, se convierten en reacciones directamente enlazadas a situaciones adversas, que pueden llegar a influir negativamente en la paridad salud enfermedad. Esto indica que los estados afectivos de gran intensidad son las encargadas de motivar una conducta, tanto en la parte mental como física.
La somatización indica que algo no está bien
La percepción del estímulo es diferente en cada persona, por tanto, lo que es inocuo para algunos, será un detonante psicológico para otros. De esta manera un elevado estado emocional genera un sobreesfuerzo fisiológico, que puede llegar a acarrear un trastorno de salud importante. Además, en muchos casos va acompañado del abandono de prácticas saludables, alimentación desequilibrada, falta de ejercicio físico, deficiencia en los hábitos de sueño y apatía personal generalizada.
Cuando los estados emocionales se vuelven crónicos el sistema nervioso autónomo se activa como una respuesta inmunosupresora, volviéndonos vulnerables a desarrollar infecciones. Igualmente, al elevarse la frecuencia cardiaca en forma inusual, se aumenta el riesgo de desarrollar problemas cardiacos. Por tanto, la falta de aire, el aturdimiento, el dolor en el pecho o los desmayos, se muestran como indicadores de una emergencia médica, que debe ser atendida con celeridad.1
La tensión muscular y la perturbación de los ritmos circadianos, también se presentan como consecuencia de la ira, la inconformidad, la zozobra y la desmotivación. Llevando al cuerpo a un estrés oxidativo que baja los niveles de defensa y ralentiza la restauración fisiológica y orgánica, permitiendo la entrada de virus, bacterias y microorganismos que hacen daño a la salud. Además, Cuando la frecuencia e intensidad de la respuesta emocional es excesiva afecta la calidad de vida.
Los trastornos de ansiedad y angustia, son una de las principales psicopatologías generadas por los desórdenes emocionales. Sin embargo, también se presentan trastornos psicosomáticos como dolor de cabeza, afecciones estomacales, gastritis y malestares musculares.
De esta misma manera se alteran los diferentes sistemas de nuestro cuerpo, llevando a deteriorar en forma paulatina los distintos órganos. Debido a que el impacto celular continuo que producen las emociones mal manejadas, degenera las funciones y puede llegar a producir trastornos cardiovasculares, neurológicos o hasta cáncer.
Los síntomas físicos pueden ser el reflejo de alteraciones emocionales. Por ello, los psicoterapeutas median para aplicar técnicas que canalicen las emociones en forma asertiva. Así mismo, insisten en establecer hábitos de vida sanos y explorar terapias alternativas como la meditación, el yoga y la respiración consciente, para calmar la mente, ver la vida desde un enfoque resiliente y buscar la manera de vivir mejor, cuidando la salud física y mental.
Referencias:
- Piqueras Rodríguez, José Antonio; Ramos Linares, Victoriano; Martínez González, Agustín Ernesto; Oblitas Guadalupe, Luis Armando. Emociones negativas y su impacto en la salud mental y física. Suma Psicológica[internet] 2009[ consultado 09 marzo 2021], vol. 16 (2); 85-112. Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=134213131007.