Un tema frecuente que se presenta dentro de cualquier consultorio médico es le relacionado con los suplementos alimenticios. Los pacientes suelen tener muchas dudas y aunque a veces las preguntan, en otras se las guardan por pena o temor. Lo cierto es que se trata de un tema muy importante, en especial ahora por la relación que tiene con la pandemia.
Acerca de este punto, una de tus labores es crear un entorno ameno para que los pacientes no teman en hacer preguntas. Al mismo tiempo que los puedes canalizar con un especialista o en este caso un nutriólogo. Aunque si se trata de aspectos básicos tú mismo puedes ofrecer una respuesta.
Con lo anterior en mente, te compartimos algunos de los mitos más frecuentes sobre los suplementos alimenticios que tienen los pacientes. Mientras que para ofrecer información precisa el Dr, Hugo Palafox, coordinador de Asuntos Científicos y Regulatorios de la Alianza Latinoamericana de Nutrición Responsable (ALANUR) comparte la realidad de cada punto.
1. Los suplementos alimenticios, una categoría de nicho
MITO: Los suplementos alimenticios son consumidos únicamente por personas usuarios de gimnasios, deportistas de alto nivel y aquellas que se encuentran realizando dietas específicas.
REALIDAD: El consumo de suplementos se encuentra muy extendido entre la población de Latinoamérica en diferentes sectores y perfiles. El consumo de la categoría llega a ser tan amplio que en países como Perú, Chile, Brasil y Colombia, las encuestas mostraron que en promedio casi la mitad (47%) de la población consume suplementos alimenticios. En la mayoría de los países evaluados el mayor consumo se encuentra en las mujeres con un 58.2%.
2. El precio, una cuestión de acceso
MITO: Los suplementos alimenticios son consumidos por personas de mayor poder adquisitivo.
REALIDAD: El consumo de suplementos alimenticios en varios países de Latinoamérica demuestra que la clase social que más los consume es la clase media; estadísticas indican que, en países como Brasil, Colombia, Chile y Perú, en promedio 42.7% de los consumidores son de clase media.
3. Son productos consumidos por personas no sanas o mal alimentadas.
MITO: El uso de suplementos es para personas que no se alimentan bien y que lo usan para justificar una mala alimentación, o bien, quienes no tienen hábitos de vida saludable.
REALIDAD: Está demostrado que en Latinoamérica el perfil promedio de las personas que consumen suplementos alimenticios son aquellas que se preocupan por su salud y su nutrición, que tienen hábitos saludables y visitan al médico y/o nutricionista de manera periódica. El consumo de suplementos alimenticios se convierte en un hábito más de vida saludable.
4. Son los entrenadores de gimnasio quienes prescriben suplementos alimenticios
MITO: Los suplementos son provistos por entrenadores físicos en gimnasios, debido a que se usan principalmente por personas que consumen proteína para aumentar su masa muscular.
REALIDAD: El perfil del consumidor en países clave de América Latina ha demostrado que los usuarios consumen suplementos alimenticios basados principalmente en recomendaciones de profesionales de la salud. Si bien en la práctica del ejercicio pueden promoverse, encuestan han demostrado que el promedio de los consumidores visita al médico y nutricionista de manera regular y mantiene hábitos saludables. Datos obtenidos en países seleccionados de Latinoamérica, en promedio, el 58% practica actividad física, el 67% visita el médico con frecuencia, mientras que el 50% al nutricionista y el 57% considera que tiene una alimentación saludable. Además, que la recomendación de consumo proviene en un 48% de profesionales de la salud, como pueden ser médicos, nutricionistas o farmacéuticos.
5. Los suplementos son comercializados en espacios de dudosa reputación
MITO: En muchos países de Latinoamérica se tiene la impresión de que los suplementos alimenticios se adquieren en establecimientos o con proveedores cuya reputación no es confiable.
REALIDAD: Los suplementos alimenticios son productos legítimamente respaldados por evidencia científica y cumplen con estándares de calidad y seguridad, así como las normativas y regulaciones del lugar donde se comercializan.
Actualmente, se pueden obtener mediante diferentes canales válidos y legales como: farmacias, tiendas especializadas, supermercados y mediante venta directa de las empresas que así los comercializan.