La expectativa de vida, es un indicador demográfico que muestra los avances de una sociedad. Ya que la genética, el ambiente, el sistema de salud, la dieta, la actividad física, el bienestar mental y los avances de la ciencia, juegan un papel preponderante al determinar cuántos años puede esperar vivir un individuo.
Sin embargo, eventos poco esperados como las crisis económicas, los eventos fortuitos de la naturaleza y la pandemia actual, pueden llegar a modificar los patrones de comportamiento, acrecentando la tasa de mortalidad y afectando la estandarización de las cifras.
Vivir más tiempo en forma saludable
En México, la curva que muestra la expectativa de vida apunta a 75,1 años, en el 2019, proyectándose a 76,7 en el 2030. Un estimado muy alentador, ya que, en 1970, solo llegaba a 59,9. Lo que indica que a pesar de cualquier tipo de dificultades a las que se enfrente la población, estamos mejorando. Gracias al desarrollo de infraestructuras de sanidad, la implementación de políticas públicas y la reestructuración en los servicios de salud, que favorece a toda la comunidad (Conapo, 2020)
A pesar de ello, existen hábitos que ponen en riesgo la expectativa de vida, que es necesario conocerlos, modificarlos o erradicarlos de nuestro día a día, para tener una vejez llena de vitalidad, bienestar y salud, tanto física como mental. Porque de nada vale, tener longevidad en compañía de patologías que no permiten vivir a plenitud. (OMS, s.f.)
- La mal nutrición, es el principal factor de riesgo para reducir la expectativa de vida en el mundo, pero especialmente en países con altos índices de pobreza. Debido, principalmente al bajo aporte de hierro y al consumo de agua sin tratar, que aumenta la posibilidad de adquirir enfermedades gastrointestinales, infecciones, retraso mental e incapacidad física.
- El sexo sin protección, acompañado del tabaquismo, el consumo de alcohol y la utilización de psicoactivos, son hábitos que le restan vida a los años. Generando grandes riesgos para la salud, como cardiopatías, cáncer, trastornos respiratorios, problemas de los órganos reproductivos y neuropatías, que, al no tratarse, pueden poner en riesgo la vida.
- La falta de actividad física y el sedentarismo, llevan anexas patologías como hipertensión, obesidad, dislipidemias, accidentes cerebrovasculares, problemas hormonales y diabetes tipo 2, que a corto y largo plazo desmejoran la calidad y expectativa de vida. Además, el sobrepeso facilita las enfermedades del hígado y la vesícula, al igual que los trastornos asociados al sueño.
Existen muchos hábitos, que se unen a la contaminación ambiental y a la ineficiente atención hospitalaria, que reducen la expectativa de vida. Sin embargo, aplicar parámetros de prevención y políticas sociales, por parte de los entes gubernamentales, puede marcar el camino para mejorar en forma plausible las condiciones de vida de la población.
De igual manera, el autocuidado, erradicar los factores de riesgo y agregar costumbres a la cotidianidad, como implementar buenas normas de higiene, realizar actividades que favorezcan la salud mental, mantener relaciones interpersonales sanas, alejarse de la automedicación y consultar periódicamente a los profesionales de salud, aportaran bienestar, vigor, energía y lucidez a cada día de vida.